Esta es la nueva realidad en Estados Unidos: los medios de comunicación no dejan escapar detalle alguno cuando se abre un escándalo sexual, y los partidos políticos han dejado de cerrar filas en torno a los suyos cuando se destapan líos carnales (o digitales). El último en comprobarlo ha sido el demócrata David Wu, que el pasado martes anunció que abandonará la Cámara de Representantes estadounidense después de haberse visto envuelto en un caso de supuesta agresión sexual a una joven de 18 años.

SIN DISTINCIÓN POLÍTICA Wu no está solo: es el cuarto congresista forzado a dejar Capitol Hill por escándalos sexuales en lo que va de año. Y esa riada no hace distinción de partidos: tanto Wu como Anthony Weiner, el anterior dimitido, son demócratas, pero los otros dos --Chris Lee y John Ensign-- son republicanos.

El historial del congresista de Oregón, nacido en Taiwán y que fue el primer chino-estadounidense que llegó al Congreso de EEUU (en 1999), ya estaba salpicado de problemas. En 1976, cuando estudiaba en Stanford, Wu fue acusado de intento de violación por una exnovia y, a pesar de que no se presentaron cargos criminales, fue disciplinado en el campus. Aunque el caso salió a la luz en el año 2004, el demócrata fue reelegido.

Esta vez, sin embargo, el escándalo ha sido demasiado para sus colegas demócratas. Una joven de 18 años, además hija de un donante de su campaña, llamó a la oficina de Wu para denunciar que este la forzó a una relación sexual "agresiva e indeseada". Wu --de 56 años, en proceso de divorcio y con dos hijas-- lo admitió pero dijo que, más allá de un "error de juicio", fue voluntaria por las dos partes implicadas e inicialmente se negó a dimitir.

DECISIÓN BAJO PRESIÓN La líder demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, en público solamente pidió la apertura de una investigación ética, pero en privado le instó a marcharse, y cuando otros colegas de partido le amenazaron con hacer la misma petición pública, Wu acabó por ceder a la petición.

La denuncia presentada contra el congresista por presunta agresión sexual fue el último de los problemas de un político al que parte de su equipo abandonó antes de las elecciones legislativas de noviembre. Wu había mostrado un comportamiento errático, llegando a mandar una foto suya vestido de tigre. Quienes se quedaron con él, incluso optaron por suspender sus actos de campaña y solicitaron que se le pusiera en tratamiento psiquiátrico. Wu reconoció en aquel momento que se había automedicado.