Han tenido que pasar casi dos meses desde que despuntó la crisis para ver al primer avión de la ONU aterrizar en suelo somalí con ayuda de primera necesidad para los afectados en la crisis alimentaria que vive el Cuerno de África, especialmente, Somalia, Kenia y Etiopía.

Tras superar un último retraso de un día por motivos administrativos, un avión del Programa Mundial de Alimentos (PAM), cargado con 10 toneladas de comida destinada a la población infantil, aterrizó ayer en la capital de Somalia, Mogadischo, tras despegar en Nairobi, capital de la vecina Kenia, y procedente de Francia. Queda abierto de este modo el corredor humanitario que tendrá continuidad durante los próximos diez días con un total de 80 toneladas de ayuda.

LOS EXTREMISTAS La situación es especialmente dramática en Somalia, donde los extremistas de Al Shabab --organización cercana a Al Qaeda-- prohíben el acceso de las oenegés con ayuda para la población. Precisamente, las dos provincias del sur en manos de estas milicias son las que han sido declaradas zona de hambruna por la ONU. El débil Gobierno interino somalí, apoyado por fuerzas de la Unión Africana, controla solo algunas partes de la capital.

Este es el motivo que explica el éxodo de cientos de miles de personas, que dejan sus casas en las regiones en manos de los islamistas para no morirse, literalmente, de hambre. Los últimos datos reflejan que 100.000 personas ya se han concentrado en Mogadischo a la espera de ayuda mientras la capital acoge cada día una media de un millar de recién llegados.

El portavoz del PAM, Challiss McDought, detalló ayer que las diez toneladas de plumpy nut --conocido como "el alimento milagroso" que salva vidas al aportar 500 calorías en una sola ración-- servirán para alimentar a 3.500 niños durante un mes.

ONCE MILLONES DE PERSONAS No obstante, el éxodo somalí no se lleva a cabo solamente hacia la capital. Alrededor de 800.000 personas se reparten en los campos de refugiados de Dadaab (situado en Kenia, constituye el campo de refugiados más grande del mundo) y Dollo Ado (en Etiopía).

La tragedia somalí se enmarca en una crisis mucho más amplia. El Cuerno de África padece la sequía más intensa de los últimos 60 años que, unida a una desorbitada subida de los precios de los alimentos y a las guerras de clanes, ha desencadenado una emergencia que afecta a un total de 11 millones de personas.

Los datos que se pusieron sobre la mesa en la reunión de la agencia de la ONU para la agricultura y la alimentación (FAO), celebrada en Roma el lunes y donde participaron representantes de 191 países, son de extrema gravedad. La directora del Programa Mundial de Alimentos (PAM), Josette Sheran, aseguró que "morirán el 40% de los niños de la región". Describió que en las zonas de hambruna, algunas madres que dejan sus casas para hacer largas travesías en busca de alimento deben escoger al hijo que tiene más posibilidades de sobrevivir y abandonar al resto.

El lunes, en Roma, la agencia de Naciones Unidas cifró en unos 210 millones de euros el montante necesario de donaciones de aquí a septiembre para poder hacer frente a la crisis alimentaria africana.