No hace falta más que un rápido vistazo a las repletas terrazas y cafés que siembran las anchas aceras de la calle Karl Johan de Oslo para caer en la cuenta de que la sociedad noruega es una de las más felices y prósperas del mundo. Nada, ni siquiera la crisis económica global, había inmutado a este rico país escandinavo y a sus escasos cinco millones de habitantes, hasta que hace nueve días, Anders Behring Breivik, un treintañero vinculado a la ultraderecha y profundamente perturbado, decidió poner en práctica sus ideas racistas detonando un potente explosivo en el centro de la capital y disparando, acto seguido, a jóvenes acampados en la isla de Utoya.

Estos sucesos han traumatizado, quizás ya para siempre, a una nación que, desde finales de la década de los 60, fecha en la que se hallaron los primeros yacimientos de petróleo en las aguas del mar del Norte, ha ido escalando posiciones en las diferentes clasificaciones de países más prósperos del mundo elaboradas por los organismos económicos internacionales, alcanzado un elevadísimo nivel de desarrollo.

DESARROLLO HUMANO En el año 2010, Noruega se posicionó en el segundo lugar de la lista del Fondo Monetario Internacional (FMI) de estados con un Producto Interior Bruto (PIB) per cápita nominal más elevado, con 84.444 dólares, o lo que es lo mismo, unos 58.700 euros, casi tres veces el de España. En los dos últimos ejercicios, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) colocó al país escandinavo en el primer puesto de su Índice de Desarrolllo Humano.

Pocos estados pueden presumir hoy en día de conceder a los progenitores un periodo de baja laboral por maternidad de entre 46 y 52 semanas --en España es de 16-- cuando se acaba de tener un bebé, o de tener una cifra de paro del 3,6%, que en realidad equivale a pleno empleo. No solo es una de las pocas naciones del mundo que no debe nada a nadie, sino que además posee el mayor fondo de inversiones del continente y el cuarto del mundo, denominado Fondo del Petróleo (Oljefondet), que se nutre de los beneficios del sector de los hidrocarburos y gestiona 525.0000 millones de dólares.

COHESIÓN SOCIAL Pese a este idílico panorama, no todo lo que reluce en Noruega es oro. La cohesión social, definida como la escasa diferencia que tradicionalmente ha separado a los sectores más favorecidos y desfavorecidos de la sociedad, está haciendo aguas.

Incluso la gestión del fondo de inversiones estatal de los hidrocarburos se ha convertido en una polémica política. El Partido del Progreso, la fuerza populista en la que militó Breivik hasta el año 2007, pide gastar parte de ese dinero en infraestructuras. "Hace 20 años los trenes eran más rápidos; no hay autopistas fuera de Oslo", asegura Himansha Gulati, vicepresidente de las juventudes del partido. Además, sostiene, el fondo se ha resentido por la crisis de Grecia y los problemas que sufren las bolsas del mundo. "Hemos perdido miles de millones", explica.