El racismo ha irrumpido en la sociedad noruega. Hasta hace poco, se consideraba un discurso marginal que surgía solo del xenófobo Partido del Progreso (FrP). La robusta sociedad civil del país nórdico, sobre la que aún pesa la ocupación nazi de 1940, siempre ha criticado toda expresión racista. Sin embargo, especialmente desde que la crisis económica estrangula los mercados europeos, los noruegos han empezado a manejar conceptos con claros tintes racistas.

Un buen ejemplo es la típica conversación que suelen mantener los noruegos al referirse a un vecino o famoso con aspecto exótico: "Men, er han etnisk norsk eller?" (¿Pero era de etnia noruega o no?). Sin duda, este fue el comentario que más se repitió la tarde del doble atentado perpetrado por el más "noruego de todos los noruegos".

La gente aún no se cree que uno de los suyos esté tras la masacre. El mito de la sociedad ideal y tolerante se ha roto en mil pedazos y los noruegos dejan, de una vez por todas, de verse como seres prácticamente angelicales. La mayoría de los noruegos han tomado conciencia de que el racismo siempre ha estado ahí. Descubren que los discursos antiinmigración del FrP no han caído en saco roto.

Como anillo al dedo

La crisis le ha venido como anillo al dedo al populista FrP. En estos años la inmigración, cercana al 4%, ha crecido y se ha diversificado. Países como Italia y España han empezado a exportar emigrantes. El paro ha superado el 5% y, por si fuera poco, la relación entre las comunidades paquistaní y somalí empeora en los guetos del este de Oslo. Es en este ambiente donde el FrP ha empezado a endurecer el discurso sobre inmigración.

Para los noruegos, mantener esa herencia socialdemócrata de generosidad con los recién llegados es ya una pesada carga y comienza a parecerles molesta. En las elecciones generales del 2009, el FrP, liderado por la carismática Syv Jensen, amenazó la continuidad del Gobierno del laborista Jens Stoltenberg. Aunque desde los medios se rechaza el discurso del FrP, la realidad es que el apoyo a estos no ha dejado de aumentar.

Noruega siempre ha tenido su parte de racismo, como el resto de Europa. La venda que tapaba los ojos de los noruegos se ha caído, ahora son más humanos. Reconocer los defectos les ha unido y les ha dado fuerzas para luchar por mantener su pequeño paraíso.