No está siendo este un buen verano para el inquilino de la Casa Blanca. El estancamiento de la economía mundial, el desgaste por la batalla para aumentar el crédito del Gobierno federal y la histórica rebaja de la solvencia de la deuda de Estados Unidos se han cebado con la popularidad del presidente Barack Obama. Solamente un 39% de estadounidenses apoyan su gestión, lo que supone el peor registro desde el inicio de su mandato. Decidido a recuperar la iniciativa, Obama se embarcó el pasado lunes en una gira en autobús de tres días por los estados rurales del medio oeste estadounidense para promocionar su política económica. Los republicanos han puesto el grito en el cielo.

Deteniéndose en pueblos minúsculos, algunos con apenas un millar de habitantes, Obama se ha esforzado por recordar que asumió el cargo durante la peor crisis económica desde la gran depresión y, que a pesar de todo, logró salir del agujero poniendo la economía en marcha. "Pero en los últimos seis meses hemos tenido mala suerte, al toparnos con factores fuera de nuestro control" que han frenado el crecimiento, dijo en Iowa, refiriéndose al impacto de las revueltas árabes en los precios de la gasolina, a la crisis de la deuda en Europa o al terremoto de Japón.

A LA DEFENSIVA El Obama que se ha visto hasta ahora en Minnesota o en Iowa, donde se impuso en las presidenciales del 2008, es un presidente a la defensiva. Acosado por su presunta debilidad al negociar con los republicanos, su respuesta es que ha tenido que ceder más de lo que le hubiera gustado por las posiciones "irrazonables" de sus rivales políticos. "El rechazo de una facción en el Congreso a poner los intereses del país por delante se tiene que acabar. Nuestra economía no se lo puede permitir", aseguró ayer el presidente, en la apertura del Foro Económico Rural en Iowa.

Como viene haciendo desde que los republicanos le arrinconaran en el debate del techo de la deuda, dispuestos a abocar al país a la suspensión de pagos si no se cumplían sus requisitos, Obama pidió a la ciudadanía que presione a sus representantes en el Congreso para desbloquear las iniciativas económicas. "Vosotros cumplís con vuestras obligaciones, es hora de que Washington actúe con la misma responsabilidad". En ese sentido, anunció un paquete de ayudas para las pequeñas empresas, para facilitar el acceso del campo a la financiación privada o la ampliación de los servicios de búsqueda de empleo. Pero hasta las elecciones del año 2012, a Barack Obama le espera un vía crucis.

CRÍTICAS DE LA OPOSICIÓN El exgobernador del estado de Massachusetts y favorito a la nominación republicana, Mitt Romney, rebautizó la gira del presidente como el Magical Misery Tour, cambiando el misterio por la miseria del título del clásico elepé de los Beatles. Otros lo han llamado el "tour a ninguna parte". Para los republicanos, la gira es electoralista y critican que se financie con fondos públicos.