Las imágenes parecen sacadas de una redada israelí en la Cisjordania ocupada o del cerco estadounidense de Falluja, pero llegan estos días del Medio Oeste de Estados Unidos. En las protestas raciales de Ferguson (Misuri), parte del país ha descubierto la desbocada militarización de la policía, un fenómeno que lleva gestándose sin hacer demasiado ruido desde hace más de dos décadas. Agentes con cascos, armaduras y rifles automáticos, escoltados por tanquetas concebidas para soportar el estallido de las minas en las emboscadas de Afganistán, se encargan de contener las protestas.

La policía del condado de San Luis, la fuerza antidisturbios que ha estado liderando las cargas contra los manifestantes con granadas de sonido y gas lacrimógeno, es una de las 8.000 agencias de policía local, estatal y federal que han recibido desde los años 90 equipamiento del Pentágono. Las transferencias se realizan a través del programa 1.033, concebido para ayudar a combatir el crimen en las ciudades tras la desastrosa guerra contra las drogas.

PATRULLAS EN LAS CALLES Estas unidades SWAT (armas y tácticas especiales) se ocupan de las alertas terroristas, pero también lanzan redadas contra los inmigrantes o los narcos --a veces, poco más que camellos de barrio-- y hasta patrullan las calles. En algunos casos, se saldaron con la muerte de inocentes, incluidos niños, después de que la policía entrara en sus casa como un elefante en una cacharrería.

En Ferguson sus tácticas han sido muy cuestionadas. Los manifestantes se han sentido provocados e intimidados, "ocupados militarmente". Y más de una semana después de la muerte del joven Michael Brown a manos de un policía, los disturbios no dejan de agravarse. Según la policía, la noche del lunes sus agentes fueron atacados a balazos y con cócteles molotov, dos civiles resultaron heridos, 31 personas fueron arrestadas. "Nuestros agentes no han disparado una sola bala", decía el jefe de la policía estatal de Misuri.

Pero horas más tarde, un ciudadano negro, cuya identidad no se había revelado, murió por los disparos de un policía en San Luis, a pocos kilómetros de la localidad de Ferguson. La Policía indicó que el fallecido, de 23 años, intentó robar en una tienda de comestibles armado con un cuchillo. Según la versión policial, tras darle el alto para que soltara el cuchillo fuera de la tienda, el sujeto intentó atacar a un agente, que le disparó.

El jueves, el fiscal general, Eric Holder, advirtió de que el despliegue de material militar en sus calles enviaba "un mensaje contradictorio" cuando lo que había que hacer era restaurar la confianza entre las fuerzas del orden y los vecinos. Para el presidente, Barack Obama, "parte" de las transferencias del Pentágono "han sido útiles", pero también añadió que es hora de revisar en que sé ha gastado el dinero y qué uso se está dando al material militar.