Un incendio, al parecer provocado, dejó ayer atrapados en sus domicilios durante dos horas a cientos de vecinos del edificio Rubí, en la urbanización Parque Buenavista de Zaragoza. La intervención de los bomberos evitó una tragedia de proporciones imprevisibles, ya que el fuego se inició en el patio de entrada de un bloque de 14 plantas y 98 pisos que carece de escalera de incendios y salidas de emergencia. Las llamas comenzaron a las cinco y media de la mañana y nadie pudo moverse de su casa hasta pasadas las siete.

Tras varias horas de caos e incertidumbre y de una actuación espectacular de los servicios de emergencia, el saldo se redujo milagrosamente a dos jóvenes hermanos heridos, que quedaron ingresados en el Servet con quemaduras en el 3% de su cuerpo (manos y piernas); y la leve intoxicación de un bebé de tres meses, dado de alta por la tarde.

A la espera de los informes de los expertos de bomberos y de la policía científica, todos los indicios apuntan a que el fuego fue provocado. Fuentes cercanas a la investigación indicaron que los supuestos agresores empotraron un sillón del recibidor del inmueble contra el mostrador del conserje, rociándolo de gasolina y prendiéndole fuego.

En pocos instantes el portal número 4 de Fray Luis Amigó se convirtió en un enorme horno. El cuadro eléctrico saltó por los aires --lo que hizo estallar los cristales--, dejando sin fluido a todo el edificio. Fueron las primeras escenas de inquietud en algunos domicilios en los que ya había actividad (un vecino desayunaba, otro fumaba un cigarrillo en la ventana).

UN SUSPIRO Rápidamente, el intenso humo y el olor a quemado disparó todas las alarmas. La llegada de los bomberos fue cuestión de un suspiro --se hablaba de que las primeras unidades llegaron en menos de tres minutos-- y la decisión de los mandos, determinante. Habían llegado a tiempo. La emblemática casa se había convertido en una ratonera, ya que su única salida era pasto de las llamas, pero el fuego se podía controlar sin movilizar a los vecinos.

Así, desde los sistemas de megafonía de los vehículos se indicó a todos los inquilinos que continuaran en sus domicilios, pusieran toallas mojadas debajo de las puertas y salieran a las terrazas para evitar la inhalación de humo. Una pareja de hermanos, vecinos de la primera planta, intentaron llegar a la calle sin éxito en los primeros instantes de caos, y resultaron heridos en las extremidades. Ambos están en la unidad de quemados del Servet, estables y sin complicaciones.

El humo, que se metió por todos los rincones, afectó también a un bebé, que fue evacuado por precaución, y a otros muchos vecinos, que tuvieron que ser atendidos en sus domicilios sin más consecuencias. Un agente de la Policía Nacional también necesitó de los cuidados de las asistencias del 061 y lució durante un rato una mascarilla de oxígeno. Un balance casi intrascendente de un amanecer que rozó la tragedia para quedarse en milagro.