Dolores Serrat se convertirá en la única mujer que jura el cargo de consejera del Gobierno de Aragón hoy y lo hará para asumir las competencias de Cultura y Educación. Su llegada a la DGA suena a recompensa. Por su lealtad y, sobre todo, su silencio después de que el partido decidiera apartarla de la lucha electoral con el socialista Juan Alberto Belloch por la Alcaldía de Zaragoza.

Fue capaz de asumir su relevo por Eloy Suárez sin protestar, sin declaraciones públicas y sin exigir contraprestaciones al partido. Calló y acató la decisión de Luisa Fernanda Rudi y eso le valió para involucrarse en la aventura de las Cortes en un puesto destacado de las listas. Estaba entre las candidatas claras a ser recompensada en caso de victoria.

Lo merecía después de una legislatura excesivamente dura en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde ella fue portavoz del grupo municipal en la última mitad de la misma y estuvo al frente durante una transición clara desde el equipo de su predecesor, Domingo Buesa, al del actual, con Eloy Suárez al frente. Todos los ediles, salvo Sebastián Contín, acabaron desapareciendo de la escena municipal. Y también Dolores Serrat.

Esta profesora de Medicina Forense en la Universidad de Zaragoza solo ha hecho que ampliar su proyección, aunque siempre ha mantenido que no tendrá inconveniente, cuando le toque, en regresar a la vida académica.