Cuando el hijo de un dirigente de la talla de Adolfo Suárez anuncia que su padre se está muriendo, como hizo ayer Adolfo Suárez Illana, los encargados de homenajearle se encuentran en una situación complicada. Deben encontrar el tono adecuado a la trascendencia del momento, pero sin despedirse del todo, porque Suárez, al fin y al cabo, continúa aquí, en la clínica Cemtro de Madrid. Según un amigo del expresidente del Gobierno, ayer se encontraba con buen aspecto, sentado en un sillón y sin ningún tipo de asistencia respiratoria mecánica. Pero tras las palabras del hijo, todos los que glosaron su figura dieron por supuesto que a Suárez le queda muy poco tiempo de vida.

Todos, salvo Mariano Rajoy. El jefe del Ejecutivo fue con mucho el más optimista. "Ojalá pueda superar esta situación", dijo desde Bruselas, informa Gemma Robles. A pesar de que Suárez Illana había dicho poco antes que hacía tiempo que el expresidente había "perdido la conciencia" y era imposible tener una "relación intelectual" con él, Rajoy se dirigió directamente al enfermo. "Solo quiero decirle a su familia que estamos con ellos, y al propio Adolfo Suárez, si nos escucha, que estamos con él. Y esperar acontecimientos con todo el respeto y serenidad", señaló el líder del PP.

Casi en el otro extremo se situó la Reina Sofía, de viaje en Guatemala. "Es horrible. Lo siento mucho. Es muy triste todo", explicó durante una visita a proyectos de cooperación en el país centroamericano. También el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, se ciñó a este guión: "Estamos profundamente entristecidos; lo único que quiero en este momento es enviar un abrazo muy cariñoso a la familia".

EN LA INTIMIDAD Ninguno de los grandes nombres que homenajearon ayer al político, en esta especie de adiós preventivo, acudió a la habitación donde se encontraba Suárez. A lo largo de la tarde apenas se contabilizaron visitas de amigos y conocidos, por expreso deseo de la familia del expresidente, que había solicitado poder vivir este difícil trance en la relativa intimidad de la clínica Cemtro, donde Suárez pasa sus últimas horas, o días, cerca de un lugar que le es familiar. El hospital, adonde acudió el pasado lunes debido a una dolencia respiratoria, está situado en la esquina noroccidental de la capital, próxima a la carretera de La Coruña que tantas veces recorrió para ir del palacio de la Moncloa al Congreso de los Diputados cuando fue jefe del Ejecutivo, entre 1976 y 1981. La misma que le vio viajar en los años 60 desde su Ávila natal hasta Madrid para convertirse en la figura clave de la Transición, un periodo que en estos momentos se encuentra más cuestionado que nunca.

La situación terminal por la que pasa Suárez también sirvió para reivindicar la etapa política en la que estuvo al mando. Muchas de las declaraciones aludieron, sin citarla, al independentismo en Cataluña. Por ejemplo, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría: "Estos días nos tienen que llevar a actualizar el espíritu de concordia y diálogo, de saber construir, de mirar con generosidad hacia el futuro y darnos cuenta de que la democracia española, a la que Suárez ha contribuido de manera excepcional, merece un gran reconocimiento".