Aragón lleva años siendo una de las comunidades con menos detección de alumnos de altas capacidades, entre los que se incluyen los superdotados, cuyo cociente intelectual es superior a 130. Según datos oficiales del Ministerio de Educación del curso 2013-14, la comunidad identifica a apenas 6 de cada 10.000 estudiantes, lo que supone el tercer porcentaje más bajo solo por delante de Cataluña (2 de cada 10.000) y Comunidad Valenciana (1,32%), además de Ceuta (1,52%) y Melilla (1,49%).

La razón de la escasa detección de este tipo de alumnado reside, según los expertos, en la falta de un criterio unificado de identificación para todo el país. "Es uno de nuestros principales problemas porque cada comunidad tiene el suyo, al igual que el tratamiento, que es distinto en cada sitio. Las asociaciones de padres nos hemos unido en una confederación llamada Confines, precisamente para pedir esta unificación de criterios. Si las altas capacidades es un hecho objetivo y definido, no puede ser que no se mida igual en todas partes", afirma Teresa Millán, psicóloga y presidenta de la asociación Sin Límites.

No existe una edad media de detección. "Intentamos que se reconozca desde el colegio, donde hay que trabajar para que ellos no se pierdan. La detección hay que lograrla cuanto antes, pero hay una sensación en los centros de que este colectivo no necesita tanta atención como otros", indica Millán.

La normativa establece que, antes de la identificación, el docente, a expensas de la valoración del orientador, prepare otro tipo de actividades destinadas al niño con nivel destacado en busca de nuevos retos y mayor motivación. "Si un niño sabe leer y escribir no tiene sentido que se le mande hacer la letra C", indica la psicóloga, que destaca que, a pesar del déficit de diagnósticos, Aragón es pionera en la creación de aulas de desarrollo de capacidades destinadas a trabajar con los ya identificados. "Por eso, una buena legislación podría ser decisiva para empezar a trabajar mejor que en cualquier otra comunidad, pero sigue habiendo mucha reticencia a la hora de la identificación porque se considera que se pone una etiqueta al niño", insiste Millán.

Los problemas para muchos superdotados o para aquellos que destacan en alguna disciplina o talento acostumbran a aparecer entre los 9 y los 13 años, según los expertos. Es entonces cuando los chicos que despuntan académicamente pueden tener dificultades de integración porque sus intereses no coinciden con los de los demás compañeros de su edad. Algunos se retraen y crean su propio mundo interior y otros acaban siendo víctimas del acoso escolar o bullying. "En ocasiones, los niños en cierta medida lo normalizan. No siempre lo cuentan a los padres, o tardan en hacerlo, porque a veces acaban aceptando que se les trate así. Uno de los casos que mas me impactó, y eso que la conocí de mayor cuando ya lo había superado, fue una chica que me contaba que, de niña, sus compañeros de clase jugaban en el recreo a apretarle del cuello. Y ella aún le decía a su madre que uno de ellos era bueno porque no le apretaba fuerte", expone la psicóloga.

MÁS EN LAS NIÑAS

Ese temor al acoso, que se da en mayor medida en las niñas que en los niños, empuja a estos escolares a ocultar su talento. "Unos se desunen y otros se adaptan, como esa que dice que a los 4 años los niños no sabemos leer, cuando ella sabía tanto leer como escribir", explica Millán, que apela a diversas formas de detectar si un niño de corta edad dispone de estas altas capacidades. "Puede hacer preguntas que no son normales, mostrar mucha preocupación por temas como la muerte o disponer de un talento matemático evidente, recordar perfectamente un lugar o una frase dicha hace tiempo", indica.

Por eso, todo depende del entorno. Si este acepta al niño con altas capacidades, todo será más sencillo. "Pero hay profesores o compañeros que no aceptan este progreso y le piden a ese niño que se calle cuando este se refiere a algo que no corresponde a su nivel", dice la presidenta de Sin Límites.

En ocasiones, el fútbol puede llegar a ejercer de elemento salvador. "Si les gusta, favorece la integración con otros compañeros pero, si no, muchas veces se quedan solos y aislados, así como cuando hablan de temas que los otros niños no entienden. Luego el pequeño comentario desemboca en mote y ese niño se convierte en blanco perfecto para el acoso", expone también la experta.