Encadenar las elecciones autonómicas y municipales, la formación del Gobierno de Aragón y dos comicios generales ha supuesto una prueba de fuerza para todos los partidos políticos. Sobre todo para los que se ven concernidos, en diferentes grados de responsabilidad, en la gestión. La última campaña, sin embargo, ha marcado un antes y un después en el Ejecutivo autonómico y en el ayuntamiento.

Podemos y el PSOE están obligados a reflexionar si es posible y sostenible para la ciudadanía estar durante toda una legislatura enzarzados en disputas estériles. El resultado de las elecciones ha sido un toque de atención para unos y otros, pero sobre todo para la formación morada. La retirada de una petición de comparecencia a Javier Lambán prevista para hoy en las Cortes indica que los del círculo violeta necesitan reposo en su estrategia, pausa en sus análisis y tiempo para construir un relato que resulte creíble.

El Gobierno ha decidido trasladar el debate del estado de la comunidad a septiembre. Algo que da tranquilidad a PSOE y Podemos. En un principio se había barajado convocar el debate en julio. Pero el rescoldo electoral invitaba a encender de nuevo las llamas en el seno de la izquierda parlamentaria. El verano será tiempo para lamerse las heridas --todos-- y para afrontar el nuevo curso político con otro tiento, sin la contaminación y la calentura de las urnas.

Javier Lambán es consciente que ha tensado la cuerda durante la campaña, que sus ataques a Pedro Santisteve pueden pasarle factura. Pero confía en que el calor del verano enfríe los ánimos. En septiembre, pasado el debate del estado de la comunidad, podría plantearle a Podemos un pacto de legislatura con compromisos concretos. Algo que permitiría dar tranquilidad, bajar la confrontación y que abriría nuevas alternativas a la formación morada.

Hacer política

Porque los de Pablo Echenique han visto lo que ha ocurrido en las elecciones. Y no todo es responsabilidad de Zaragoza en Común. La labor de oposición de Podemos en el Parlamento no está llegando a la ciudadanía; su líder ha estado poco en Aragón y la actividad legislativa en la Cámara roza la parálisis desde hace demasiado tiempo. Así que la formación morada tiene pocos resquicios para hacer política. Todo un lastre y un baño de realidad para un partido que aspiraba a cambiar la vida de los ciudadanos.

Si las relaciones entre el PSOE y Podemos mejoran en el Parlamento, casi por decantación podría terminar el bloqueo que se vive en el Ayuntamiento de Zaragoza. La confrontación perpetua en el seno de la izquierda lo que ha posibilitado en realidad en el triunfo holgado del PP en las elecciones. Así que más allá de conformarse con haber salido menos trasquilado que el de al lado, los partidos progresistas están llamados a entenderse si no quieren sufrir un castigo más severo en los próximos comicios locales y autonómicos.

El consejero de presidencia, Vicente Guillén, dio ayer un primer paso en la pacificación de las tensiones con Podemos. Y abrió la puerta a un pacto de legislatura. "A nosotros nos gustaría que el Gobierno tuviera mucha más estabilidad de la que tiene, pero en todo caso, no depende solo del PSOE", dijo. Las reticencias de Podemos, en todo caso, parecen lógicas después de la campaña. Quedan tres años de legistura y si la tónica va ser la guerra sin cuartel, las víctimas colaterales serán los ciudadanos a los que se prometió otra política.