En situaciones de fiesta masiva, donde abunda el alcohol, la conducta de los individuos está dirigida por un "inconsciente colectivo" difícil de controlar, considera Teresa Freixes, de 66 años, catedrática de Derecho Constitucional y miembro de la cátedra Jean Monet en la Unión Europea (UE). En eso, no percibe muchos cambios entre las conductas de los jóvenes de ahora y los de hace 20 años. "Las masas siempre son peligrosas, propician conductas ancestrales", añade Freixes, en alusión a las agresiones machistas ocurridas en los Sanfermines. Esas conductas, advierte, están ahora incentivadas por la frustración que la crisis provoca en muchos jóvenes.

El mundo donde ejerce, la universidad, no se libra de los brochazos machistas, dice. "No existe una discriminación evidente o directa, pero las indirectas son constatables por los resultados a que dan lugar: ¿cuántas rectoras o decanas existen?", propone Freixes.

Cree que prevalece una resistencia por parte de sus colegas masculinos, que les impide valorar de forma igualitaria los currículos de un hombre y una mujer. "No es racional, pero cuando tienen delante un expediente femenino, en su mente surge aquello de mira la chica esta-". En los años 90, explica, el Tribunal Superior de Justicia de la UE aprobó una normativa de "acción positiva" para equilibrar la presencia de mujeres en la dirección de las universidades. "En caso de competición, ante dos currículos equivalentes, se destinará la plaza al estamento menos representado: las mujeres", relata. "No se aplica", aclara.