La Guardia Civil continúa tratando de dar con el paradero de Benito Ortiz Perea, el preso que hace más de 48 horas consiguió fugarse del centro penitenciario de Zuera (Zaragoza) cuando regresaba de Urgencias del hospital Miguel Servet de la capital aragonesa. Los investigadores mantienen abiertas varias hipótesis en relación con su huida, especialmente si estuvo planificada y si alguien le ayudó a abandonar de forma inmediata las inmediaciones de esta cárcel en la que hay 1.350 internos. Los investigadores están ya analizando las imágenes de las cámaras de seguridad, claves para saber cuáles fueron sus primeros pasos tras salir del recinto vallado.

Benito Ortíz Perea pisó por primera vez una cárcel cuando tenía 21 años. Al igual que sus hermanos, se había especializado en los atracos violentos a sucursales bancarias. Una experiencia penitenciaria que demostró en su fuga, ya que, según fuentes consultadas por EL PERIÓDICO, este hombre de 61 años utilizó el propio sistema de seguridad de las puertas de la prisión para salir corriendo y evitar ser atrapado tanto por el personal de la seguridad privada del centro como por los miembros de la Benemérita.

Estas mismas fuentes describen que la ambulancia en la que fue trasladado del hospital a la cárcel -no perteneciente al 061, sino a las que realizan transporte programados para enfermos de diálisis o de cáncer- llegó a entrar dentro de la cárcel por la puerta azul, en forma de valla, que tiene una altura de unos tres metros. El vehículo sanitario se adentró en el recinto, mientras esta puerta (que internamente es conocida como la PA1) se cerraba.

La seguridad del centro penitenciario establece que en el momento en el que esta puerta está bloqueada se abre la siguiente, que recibe el nombre de PA2 y que da a parar a una especie de túnel de lavado donde se hace un control del vehículo que accede a la cárcel. En este caso una ambulancia. Una vez recibido el visto bueno, los turismos atraviesan la PA3 que da a parar a una gran zona en la que se sitúa el departamento de ingresos y salidas.

Fue en el momento en el que se abría la AP2 y la puerta principal de acceso (AP1) estaba bloqueada cuando Benito Ortiz Perea salió fugazmente de la ambulancia, donde había podido quitarse los grilletes, y saltó la AP1. Eso, a pesar, de que su altura es de 1,65 metros y que horas antes había ingresado en el hospital por un dolor estomacal. El viernes anterior había sido operado de una fístula.

Una medida de seguridad que el fugitivo conocía, pero no era la única. También era sabedor que los agentes de la Guardia Civil que realizan la custodia en los desplazamientos no pueden acceder a la cárcel armados. Es por ello que el vehículo en el que iban dos agentes dejó por un momento de estar detrás de la ambulancia, ya que los guardias civiles tenían que acceder a otra puerta para dejar sus pistolas reglamentarias.

De hecho, según otras fuentes consultadas por este diario, uno de los agentes que todavía no había entregado el arma llegó a observarlo en el momento en que saltaba la puerta, incluso llegó a gritar que se escapaba. Sin embargo, no pudo hacer nada por evitar el final que se produjo. La puerta estaba bloqueada y estaba solo en ese momento.

A partir de ahí, los agentes pusieron en marcha el dispositivo de busca y captura en el que no solo participa la Guardia Civil, sino también el Cuerpo Nacional de Policía e incluso policías locales de los municipios cercanos a la cárcel como Zuera, Villamayor de Gállego y Zaragoza. Fueron avisadas de la peligrosidad del fugitivo, hecho que llevó a varios agentes intervinientes a llevar chaleco antibalas.

Los investigadores barajan varias hipótesis sobre su paradero. Desde que sigue escondido por la zona en alguna caseta de labranza o granja hasta que alguna persona de su entorno puede estar dándole protegiéndole. En este sentido, este diario pudo saber, que la Benemérita llegó a seguir de cerca los pasos de un hombre que acababa de salir de prisión y había coincidido con él.