César Molina Valle confesó a su excuñado F. S. D. que había matado de dos disparos a Jordi Milián, cuyo cadáver halló su novia J. C. M. en una nave de Mequinenza el 13 de mayo del 2011. «Me dijo que le había pegado un tiro por la espalda y otro en la cara», declaró su expariente ayer, en la segunda sesión del juicio con jurado popular que celebra la Sección Tercera de la Audiencia de Zaragoza.

La Fiscalía pide 18 años de prisión para el acusado, solicitud que los padres de la víctima ±en cuyo nombre ejerce la acusación particular el abogado José María Viladés± elevan a veinte. La defensa reclama la absolución de Molina.

M. S., responsable de un taller mecánico en Tarrasa, explicó también que, dos días después de que Milián fuera enterrado, César Molina le dio un detalle sobre el crimen que únicamente podía conocer alguien que lo hubiera presenciado. «Me dijo que (a Jordi) le habían disparado en la espalda y en la cara», y acto seguido se señaló el pómulo izquierdo, explicó el testigo.

Las explicaciones del agente de la Guardia Civil que efectuó la inspección ocular de la escena del crimen convirtieron la anterior afirmación en un dato incriminatorio: Jordi quedó tendido en el suelo boca abajo y con la parte izquierda de la cara en contacto con el piso de la nave, lo que supone que únicamente alguien que hubiera observado ±o efectuado± el disparo podría conocer ese detalle.

El testimonio de este agente contradijo también la tesis de la defensa, que apunta a que el disparo mortal de la espalda ocurrió durante un forcejeo: el ángulo que permite la muñeca de una persona y la longitud del cañón del arma, por corta que fuera, impiden que alguien reciba en la espalda un disparo como el que hirió a Milián, que discurrió en paralelo al suelo.

El sargento de la Policía Judicial de la Guardia Civil que dirigió las investigaciones explicó que l a s explicaciones del mecánico sobre el comentario de César aumentaron sus sospechas sobre su participación en la muerte de Milián. «Eso solo podía saberlo alguien que hubiera presenciado el crimen», dijo.

Otros agentes que participaron en la investigación explicaron cómo detectaron restos de disparo en el cinturón de seguridad de la furgoneta con la que César viajó de Mequinenza a Tarrasa. El arma de la que salieron los disparos que acabaron con la vida de Jordi nunca fue hallada.