Nada más y nada menos que 299 días o, lo que es lo mismo, nueve meses, es lo que un aragonés tiene que esperar para conseguir una cita con un traumatólogo. La cifra mejora, aunque solo un poco, si se mira la media en dermatología, con 140 días (4 meses). Y si lo que uno necesita es una operación, el tiempo de espera en trauma es de 213 días y de 363 en neurocirugía. Esto provoca que se acumulen los expedientes, tanto que hay 8.571 personas que llevan seis meses pendientes de una intervención en Aragón.

El Departamento de Sanidad hizo públicos ayer los datos de las listas de espera, muy similares a la julio, con un 2% más de pacientes que entonces y a pesar de que según explicaron desde Sanidad «la actividad quirúrgica se está recuperando paulatinamente en todos los centros tras la paralización casi en su totalidad durante el mes de abril».

Entonces, en pleno confinamiento y con los hospitales desbordados, se realizaron solo 702 intervenciones programadas procedentes de lista de espera, en julio han sido 4.650.

ESPECIALIDADES / Las especialidades que mayor retraso acumulan son las de siempre, con traumatología a la cabeza. Teniendo en cuenta que la media para citarse con el especialista es de nueve meses, no resulta raro que el 35% de los pacientes que están a la espera de ser intervenidos sean de esta rama, con una demora desde que se tramita su operación hasta que se realiza de 213 días de media.

En total son 2.976, seguidos de los 1.677 de oftalmología, que representan el 20% y con una espera media de 135 días, y de cirugía general y digestivo, con 1.224 personas a la cola, un 14% y 149 días de retraso.

No hay ninguna especialidad que durante el último mes haya acelerado o bien su agenda de visitas o de intervenciones, apreciándose cierto estancamiento.

No obstante, desde Sanidad matizan que todas aquellas intervenciones que requieren de cierta urgencia se están realizando sin que la exigencia del coronavirus en los hospitales las altere.

El grueso de las operaciones se realiza en el hospital Miguel Servet de Zaragoza, que tiene 3.266 pacientes esperando desde hace seis meses a ser intervenidos. El Clínico le pisa los talones, con 2.680 personas que están deseando que les llegue la fecha de la operación.

Ambos hospitales asumen el 70% de las cirugías de la comunidad, lo que no implica que en el resto de centros vayan al día.

Siguiendo en la provincia de Zaragoza, Nuestra Señora de Gracia acumula 764 expedientes en espera y el Royo Villanova otros 637. En Teruel, el Obispo Polanco tiene una demora de 230 pacientes, y el San Jorge de Huesca 245.

Ya en mayo, la recién nombrada consejera de Sanidad del Gobierno de Aragón, Sira Repollés, admitió la necesidad de poner en marcha un plan específico para tratar de recortar estos números. Ese mismo mes se remitió al Servicio Aragonés de Salud recomendaciones para iniciar la recuperación de la actividad programada hospitalaria y la vuelta a la nueva normalidad en todos los centros de salud tras la casi obligada suspensión de operaciones, consultas y pruebas diagnósticas causada por la pandemia.

La realidad es que no ha sido posible realizar ningún sprint porque nada más alcanzar la nueva normalidad en la comunidad autónoma comenzaron a surgir los primeros brotes que acabaron convirtiéndose en una segunda ola del covid-19.

Entre los procesos más frecuentes se encuentran las operaciones de cataratas, donde hay 1.418 personas pendientes de entrar en quirófano, con una demora media de 137. Las prótesis de rodillas también están en el orden del día y son 495 los pacientes que con paciencia esperan poder mejorar su movilidad, pero para eso tienen que contar 212 días, los que tardan en dar fecha. Para operaciones de hernia inguinal hay 237 expedientes a la espera de ser tramitados y para el hallux valgus, coloquialmente conocido como juanete, 265.

El Gobierno de Aragón no ofreció información ayer sobre el número de pacientes que se han derivado a hospitales privados para ser intervenidos. Una medida habitual, independientemente del color político del Gobierno, a la que se recurre para tratar de atajar la lista de espera y poder atender con mayor antelación.