Aragón perdió el año pasado más de 4.600 residentes por las migraciones, restando los que se fueron de los que llegaron. Marcharon rumbo al extranjero, en su gran mayoría (4.472) o a otras regiones, en 194 de los casos. El éxodo forzoso en busca de trabajo se incrementó respecto al 2012, cuando Aragón perdió ya 3.700 habitantes por este fenómeno, y consolida una tendencia iniciada en el 2009, aunque por aquel entonces fueron 188 en total y gran parte de ellos (1.291) no salieron del país, sino que fueron a otras comunidades autónomas.

Pese a los aparentes brotes verdes que en los últimos meses experimentan los indicadores macroeconómicos, muchos aragoneses, como los españoles, siguen teniendo que buscarse la vida fuera. Y la gran mayoría de ellos son extranjeros, según reflejan los datos de migraciones que hace unos días hizo públicos el Instituto Nacional de Estadística (INE). Por ejemplo, el año pasado fueron 1.148 españoles los que cruzaron la frontera, aproximadamente un cuarto del total de los que abandonaron el país.

NACIONALIDADES Los europeos pertenecientes a la Unión fueron el colectivo que más optó por volver a su tierra, o bien probar suerte en países más prósperos. Los datos del estudio no detallan el destino en el extranjero. El año pasado fueron 2.012 los emigrantes de la UE, sumados a los 1.857 del anterior. También los africanos mantienen un ritmo relativamente estable de regreso, con 917 personas el año pasado, 914 el anterior y 793 en el 2011. Por su parte, los latinoamericanos que cruzaron el charco en sentido contrario fueron 856 el año pasado, casi el doble que dos años atrás, cuando fueron 482. La falta de oportunidades laborales en España se une en este caso a la prosperidad que en los últimos años están ofreciendo países como Ecuador o Perú, destino actual de muchos emigrantes españoles.

Según los datos del INE, los asiáticos son el único colectivo de nacionalidades de entre los más significativos en Aragón que sigue creciendo, aunque el año pasado lo hiciera de forma testimonial. Fueron solo 28 personas más en el balance migratorio. Aún así, acumulan saldos positivos desde el 2008, cuando llegaron 1.233. La proliferación de sus negocios, particularmente de los chinos, es notable en prácticamente todas las ciudades aragonesas.

EL ARRASTRE DE FLUVI Pese a los cinco años consecutivos de caída en el saldo migratorio, Aragón sigue manteniendo un balance global positivo. Los movimientos de población han hecho ganar a la comunidad 4.416 habitantes desde el 2008, gracias a que en aquel año llegaron 14.525 personas desde el extranjero, y 822 desde otras comunidades autónomas. Mientras el conjunto del país notaba ya los efectos del estallido de la burbuja inmobiliaria, la Expo de Zaragoza fue un auténtico imán para atraer trabajadores, o personas con expectativas de empleo, en el 2008. Y el efecto se dejó notar en todo Aragón.

Es por esto que, teniendo en cuenta únicamente el balance de los ciudadanos provenientes del extranjero, se acumularía un balance positivo de 8.228 habitantes en estos años. Pero 3.812 vecinos de la comunidad se han buscado la vida en otras partes de España, lo que rebaja el resultado a los citados 4.400 aragoneses de más.

Lo más preocupante de este fenómeno es que un amplísimo porcentaje de la población perdida está en edad laboral, entre los 15 y los 64 años, según los márgenes que permite calcular el INE. Por ejemplo, el pasado año fueron 4.397 de los 4.472 que se fueron al extranjero, y en el 2012 superaron incluso al total, 3.429 por 3.188. Es decir, la fuga de trabajadores la compensó en parte la llegada de gente demasiado joven o demasiado mayor para entrar en el mercado laboral. Incluso en años en que el saldo migratorio era positivo en las llegadas desde el extranjero, como en el 2009 y el 2010, la comunidad perdía población en esta franja.

Según los últimos datos de población, Aragón cuenta con 1.331.443 habitantes, de los cuales un 11% (152.878) son de nacionalidad extranjera. Un porcentaje que, se seguir así las cosas, seguirá descendiendo, como el de la población activa. Un problema candente al que ninguna medida gubernamental parece poner coto, y que según las expectativas del propio INE en sus predicciones de población --basadas en las tendencias anteriores-- tardará más de una década en solucionarse.