La familia real pasó el fin de semana en el Valle de Aragón para disfrutar de la nieve y practicar el deporte blanco. Los reyes Felipe y Letizia, acompañados de sus hijas la princesa Leonor y la infanta Sofía, llegaron el sábado a la ciudad de Jaca donde pasearon por la Ciudadela y el casco histórico ante la sorpresa de los viandantes. También visitaron el Museo Diocesano que ellos mismos reinaguraron hace siete años y quisieron mostrar ahora a sus hijas. Ayer, tras desayunar como unos clientes más en el hotel donde se habían alojado en Canfranc Estación, se desplazaron a la estación de esquí en Astún.

Y hubiesen pasado desapercibidos como un joven matrimonio con sus dos hijas deslizándose por las pistas, a no ser por la presencia de numerosos medios de comunicación que querían captar la instantánea.

El día era frío y la visibilidad escasa por la fuerte ventisca, con una nevada constante y cada vez más copiosa. Pero eso no fue obstáculo para que los reyes y sus hijas dedicasen buena parte de la mañana al esquí. Bajaban por la pista los cuatro, Felipe abriendo el paso, seguido por sus hijas, y Letizia. El rey, experto esquiador y gran aficionado a este deporte, vigilaba en todo momento el avance de las dos niñas, que con soltura y agilidad iban descendiendo detrás de su padre.

Disfrutando del esquí

La reina Letizia y el monarca iban equipados en tono oscuro. Por el contrario, la princesa Leonor lucía unos pantalones de color fucsia y la infanta Sofía pantalón y anorak anaranjados. Las dos niñas llevaban también los cascos de color naranja.

Cuando los fotógrafos requirieron la atención de la familia real, el rey indicó a su familia que se desprendiesen de las gafas y las bufandas, dejando al descubierto las amplias sonrisas de las niñas y la satisfacción por la jornada que estaban viviendo. Felipe VI afirmó que se lo estaban pasando «muy bien» aunque la meteorología no acompañaba mucho, pero «eso no podemos elegirlo», bromeó.

Precisamente este año el Pirineo está registrando fuertes nevadas que aseguran una buena calidad de las pistas y una excelente campaña de esquí. Los responsables de la estación invernal afirmaron con satisfacción que «el dominio 100K Astún-Candanchú ofrece más de cien pistas con espesores desde un metro que llegan en algunas zonas casi hasta los dos». El monarca afirmó que la nieve estaba «muy bien».

Los empleados estaban encantados con la visita real y les gustaría que ocurriese a menudo. Algunos esquiadores dijeron estar gratamente sorprendidos. Leire, una guipuzcoana asidua de Astún, afirmó que lo que más le llamó la atención es que «el rey es muy alto, muy alto. Cuando me han dicho que estaba aquí no me lo creía y me he esperado hasta que lo he visto». También un grupo de madrileños que vienen con frecuencia a estas pistas confesaron su sorpresa pues, aunque viven en la capital de España, no habían visto nunca a la familia real tan cerca y les hizo mucha ilusión encontrarles en Astún.

No es la primera vez que los reyes visitan el valle del Aragón, pues estuvieron esquiando en Candanchú en el 2004, poco antes de casarse, donde Letizia aprendió a esquiar. Pero sí es esta la primera vez que aparecen en la nieve con sus hijas a las que, con toda seguridad, transmitirán la afición familiar por este deporte.