El edificio de la calle de Ponzano, que antes de la Segunda República albergó las instalaciones de la cafetería Ambos Mundos, se convirtió en dependencias policiales en el mes de marzo del 1931, siendo Emilio Mola director general de Seguridad. El propio general firmó entonces el contrato de arrendamiento con su propietario, el Banco de Crédito de Aragón, por 15.000 pesetas anuales para destinar el local al Cuerpo de Seguridad de Prevención y Vigilancia, antecedente del actual Cuerpo Nacional de Policía. Allí estuvo instalada la Jefatura Superior hasta que se construyó a mediados de la década de los 60 el edificio del paseo de María Agustín y pasó a ser sede de la comisaría de distrito de Centro, que compartió sus instalaciones con el DNI. La propiedad siguió otros avatares y tras la desaparición del Banco de Crédito pasó por varias manos hasta el empresario Arturo Beltrán, que la vendió a Banesto y éste, a su vez, a una firma inversora, propietaria actual.