El exdirector general de CAI, Tomás García Montes, tenía poder "absoluto" sobre las decisiones de inversión de CAI Inmuebles, sociedad que presidió durante el tiempo en el que ocupó la dirección general de la caja (septiembre 2005-diciembre 2009), y por eso quien se atrevía a discrepar en el consejo de administración era "duramente reprimido".

Así opina Javier Ratón, directivo de la sociedad CAI Inmuebles desde agosto de 2005, quien ha comparecido ante la comisión parlamentaria de investigación que analiza la gestión de CAI desde 2000 junto a otros directivos de la sociedad que gestionaba el negocio inmobiliario de la entidad, y quienes han coincidido en esta apreciación sobre el comportamiento de García Montes.

Ratón ha apuntado que "quien hacía y deshacía y mandaba" era García Montes y que fue él quien tuvo un empeño personal en desarrollar proyectos inmobiliarios en áreas de negocio no tradicionales de CAI, como Madrid o el sur de España, concretamente en El Puerto de Santa María.

Ha asegurado que el "mayor ejecutivo" en CAI Inmuebles era García Montes y "la máxima responsabilidad por tanto era de él", pero también ha enfatizado que el consejo de administración de CAI podría haber hecho algo si sabía el riesgo que se estaba asumiendo en el sector inmobiliario y, en caso contrario, "haber tirado más del hilo".

También ha comparecido Julián Puente, responsable del área de vivienda de Caja Inmaculada entre 1993 y 2007, quien ha corroborado que CAI Inmuebles tenía una capacidad de decisión "muy limitada" porque siempre estaba "muy presionada" por el director general.

A juicio de Puente, García Montes era un "déspota" y "no tenía calidad moral para imponer su punto de vista", un estilo "diferente" al de su predecesor, Luis Calvera, quien también era "autoritario" pero a otro nivel, ha dicho.

Juan Antonio Iglesias, directivo también de CAI Inmuebles entre agosto de 2006 y julio de 2010, ha coincidido en que las opiniones del exdirector general, que era el presidente de la sociedad inmobiliaria, tenían "un peso muy importante" en las decisiones del consejo de administración.

Mientras que Fernando Casasnovas, director del área de riesgo de Vivienda de CAI, ha asegurado que García Montes tenía "mucho poder" y que marcaba las decisiones sobre las inversiones que dependían de su área.

Los diputados han preguntado a algunos de los comparecientes sobre el informe de riesgos inmobiliarios que el director general entre enero de 2001 y septiembre de 2005, Luis Calvera, dijo que presentó a la CAI y que hoy mismo han recibido los integrantes de la comisión.

Puente ha dicho que no recuerda la reunión de junio de 2005 en la que supuestamente se presentó este informe por parte de Calvera, pero también ha considerado que si éste disponía de esa información, lo que tenía que haber hecho era "cortar las inversiones inmobiliarias", y es algo que "no hizo nunca".

"No tenía que decir que viene el lobo. Si el lobo estaba allí y lo veía, tenía que haberlo matado", ha enfatizado.

Tampoco las cortó García Montes, quien aunque sí que dijo que iba a desinvertir en el negocio inmobiliario, "hizo todo lo contrario, imponiendo siempre su criterio", ha manifestado Puente.

La mayoría de comparecientes han coincidido en señalar que fue "difícil" abstraerse de los rápidos beneficios que reportaba el negocio inmobiliario en los años de bonanza, que dio excelentes resultados, aunque también muchos han confesado que había indicios que habían pensar que la burbuja podía explotar.

Hasta entonces, las operaciones estaban "muy bien estudiadas", ha dicho Puente.

De hecho, el 60% del riesgo de CAI Inmuebles en este negocio era asumido por otras entidades financieras, ha explicado Iglesias.

Y lo ha corroborado Javier Ratón, quien ha indicado que a finales de 2009 CAI tomaba parte con más de mil millones de euros en sociedades participadas, pero otras entidades, como la Caixa, Ibercaja o Liberbank, asumían otros 500 millones.

De hecho, ha estimado que esta financiación pudo emplearse para superar el límite legal impuesto por el Banco de España a las entidades en cuanto a su participación en sociedades promotoras inmobiliarias.

Ninguno de los comparecientes ha podido dar cuenta de cómo llegaba la información de CAI Inmuebles al consejo de administración de CAI, pero todos han dicho que, en el ámbito de sus responsabilidades, daban cuenta de ello a la dirección general.

El último compareciente de la mañana, Óscar Benito, responsable de CAI Inversiones entre 2001 y 2007, ha dicho que no detectó malas prácticas en su época, en la que por otro lado había bonanza en el negocio, y que tampoco vio opacidad en la gestión.

Él facilitaba toda la información que le pedía el director general pero desconoce si esta información iba "más allá".

Ha utilizado no obstante un símil del ajedrez y ha dicho que "las piezas grandes" tienen capacidad de movimiento e incluso de "volver atrás", mientras que "los peones no".