Zaragoza es una ciudad difícil de someter a un cerrojazo total. En eso coinciden todos los responsables de los cuerpos y fuerzas de seguridad, desde la Policía Local a la Guardia Civil, pasando por el Cuerpo Nacional de Policía.

Para empezar, su término es muy extenso, con una superficie de casi 1.000 kilómetros cuadrados, lo que convierte a la capital aragonesa en uno de los municipios más grandes de España. A ello se añade que, aparte del núcleo central, existen 14 barrios rurales que se han ido consolidando en las últimas décadas, por no hablar de la enorme amplitud de las zonas no edificadas, dedicadas a la agricultura o no explotadas y que constituyen una gran reserva de espacio.

De ahí que las fuerzas policiales y de la Benemérita hayan centrado sus esfuerzos en el control de los accesos, una labor ardua en una ciudad rodeada por varias circunvalaciones muy bien conectadas entre sí, como la Z-30 y la Z-40, lo que multiplica las salidas y entradas al casco urbano.

Por no hablar de las carreteras de distinta importancia, desde nacionales y autonómicas a locales. En ocasiones, estas vías se transforman en caminos sin asfaltar. Todo ello configura una ciudad tupidamente interconectada por vía terrestre.

Cribado selectivo

De ahí que el control se centre en puntos concretos que canalizan mucho tráfico, como la rotonda de la A-68 en la salida hacia Alcañiz, que da acceso a la Z-40. O de las inmediaciones de la incorporación a la Ronda Norte desde la autovía de Logroño.

Pero no basta con montar un dispositivo. Además, es preciso realizar una labor de filtrado de los vehículos, una tarea ingente en horas punta. Lo que supone que los cuerpos y fuerzas de seguridad han de hacer un cribado selectivo, eligiendo cuidadosamente horarios y lugares para el despliegue.

Por eso tiene tanta importancia la coordinación entre los distintos dispositivos y la puesta en marcha de varios círculos de control, desde los más externos, de los que se encarga la Guardia Civil, a los más internos, donde la Policía Local y la Nacional desempeñan un papel fundamental. La clave es crear un sistema de controles que ejerza un efecto disuasorio sobre quienes pretenden saltárselos