No soy un asesino. La muerte de mi mujer fue un accidente y yo soy el principal perjudicado, porque perdí a mi compañera de 50 años y a mis hijos". Así se manifestó ayer Julián Biel, juzgado en Zaragoza por un tribunal popular por el asesinato de su esposa, Carmen Albardía, a la que el 3 de junio del 2002 le asestó ocho cuchilladas en su domicilio del barrio de Villamayor.

La sesión de ayer se dedicó principalmente a la presentación de las pruebas periciales, con especial atención a la psiquiátrica para determinar el estado mental del acusado cuando cometió el crimen. Los especialistas coincidieron en que Biel "podría" estar afectado por una "ligera merma de su facultad de control", pero "sabía lo que hacía y hacía lo que quería".

Según los psicólogos, el acusado tiene un trastorno de personalidad de tipo narcisista muy acentuado con tendencias al histrionismo. "Es celoso, posesivo y autoritario. Las enfermedades que originaron su incapacidad laboral y su coincidencia con los intentos de liberación de su mujer le provocaron una descompensación de su personalidad y se acentuó su carácter violento. No podía tolerar que no tuviera controlada a su mujer", señalaron.

ALEVOSIA Estas conclusiones llevaron al fiscal a manifestar en su informe que la falta de control y sujeción de la mujer es el origen de la violencia de genero. En su opinión, el acusado mató a su mujer, "atacándola de forma súbita y sin posibilidad de defensa". Estimó que hubo alevosía y que Biel pudo sufrir una merma de su facultad de control.

El abogado de la acusación, José María Chacón, discrepó de la atenuante, al apoyarse en una pericial caligráfica que confirmó que la carta al juez fue escrita por Biel antes de cometer el asesinato, lo que requiere reflexión y premeditación. Asimismo, argumentó que el acusado se ensañó con la víctima y aumentó de forma innecesaria su sufrimiento.

La abogada de la defensa, Cristina Ruiz-Galbe, reconoció que existió ánimo de matar, pero no ensañamiento, ya que la víctima quedó inconsciente tras los primeros golpes. Recordó que el acusado estaba sometido a tratamiento por depresiones y que tenía reducidas sus facultades por motivos orgánicos. Asimismo, señaló que la víctima fue atacada "frontalmente" y pudo defenderse, por lo que no hubo alevosía. Solicitó una pena de seis años de cárcel.