Mary Lasker, activista de la salud y filántropa estadounidense decía: “Si crees que la investigación es cara, prueba la enfermedad”. Hemos probado una enfermedad y finalmente, como sociedad, hemos descubierto la importancia de la investigación. La ciencia alertaba de que esto podía pasar. Hubo avisos en las últimas décadas que causaron una gran alarma social, pero que pudieron contenerse a tiempo como la Hendra, el Nipah, el SARS, la gripe aviar, el MERS, el ébola o el Zika. Tal vez por eso, y por las características que ahora conocemos del coronavirus responsable de la Covid-19, en gran parte del mundo no supimos medir bien el riesgo y anticiparnos a la alerta que llegaba desde China.

Pese a todo el sufrimiento infligido y los numerosos errores cometidos, los avances en la investigación biomédica de las últimas décadas nos han permitido estar mejor pertrechados frente a la Covid-19. ¡Me aterroriza pensar cómo hubiera sido esta pandemia hace veinte años!

Parece un siglo, pero fue hace poco más de un año cuando el mundo supo que la neumonía de origen desconocido de Wuhan (ahora Covid-19) estaba causada por un coronavirus. En apenas unos días se identificó al agente causante y dispusimos de su secuencia genética, permitiendo, desde ese momento, empezar a hacer pruebas diagnósticas (como la PCR) en todo el mundo y diseñar vacunas. Algo que llevó años para otras enfermedades como el SIDA pudo hacerse en días. En apenas 3-4 meses se llegó más lejos en las vacunas de la Covid-19 que con las del SARS o el MERS, otras enfermedades causadas por coronavirus, en años.

Gracias a un esfuerzo heroico de los sanitarios y a una respuesta global de colaboración y difusión científica sin precedentes se han propiciado unos enormes avances en la investigación biomédica, que han culminado con la autorización de tres vacunas contra la Covid-19 en menos de un año. Y más que vendrán. ¡Viva la ciencia!

En España, teníamos el talento y conocimiento de una escuela de virología reconocida a nivel mundial para haber sido los primeros en presentar al mundo una vacuna contra la Covid-19. Nos han faltado los medios y una estructura científica robusta en nuestro país. Nos ha hecho daño maltratar nuestro débil sistema científico y la precariedad laboral que hace que sangremos talento. Las vacunas españolas las lideran “cowboys jubilados”, herederos de la escuela de Margarita Salas y Eladio Viñuela, junto a científicos precarizados. La ciencia nos va a salvar de la Covid-19. ¿Salvará la Covid-19 a la ciencia española? Para muchas líneas de investigación será demasiado tarde.