Todos los equívocos y contraórdenes que anteayer rodearon el viaje a Irak de las tropas de relevo son la obvia consecuencia del lío que el Gobierno en funciones (o sea, los que perdieron las elecciones) tiene consigo mismo y con los demás mortales (salvo sus incondicionales). A resultas de lo ocurrido el 14-M, Aznar, Rajoy y los suyos se han quedado con la hiel en la boca. Tan cabreados y fuera de sí están, que andan obsesionados en convertir la desastrosa aventura iraquí, que fue su ruina política, en la pieza clave para recuperar el éxito y darles un revolcón a sus adversarios. Con un par.

Aznar se había empeñado en armar lío con el relevo de los soldados. Ya se le notó el día en que recibió a Rodríguez Zapatero en la Moncloa y quiso comprometer al socialista. "Pónmelo todo por escrito, Pepelui , insistía José María. "Pero si ya te ha dicho Bono que por nosotros no hay problema", replicaba el otro. Y duro y dale.

En el PP sueñan con una revancha inmediata. Aún no se ha constituido el nuevo Parlamento ni se ha investido al futuro presidente del Gobierno, y ya están con las navajas afiladas. Quieren sangre y la quieren ya. De ahí que le busquen los tres pies al gato... y a la cabra de la Legión. Cabe preguntarse si son conscientes de por qué han perdido las elecciones y de cuánto les pueden perjudicar estas absurdas trapacerías de ahora. ¿No hay entre ellos nadie que tenga un poco de sentido común?

Después de haber metido a España en la sangrienta aventura iraquí; después de la reunión de las Azores, los pies en la mesa de Bush, las bombas sobre Bagdad; después de la foto del niño Alí, de las mentiras sobre Sadam, las armas y las redes terroristas; después de la inexplicable e inexplicada muerte de los agentes del CNI; después del horror del 11-M... cualquiera pensaría que la derecha española estaría escarmentada. Pero no. Al contrario. Tan campanuda sigue esta peña que el lunes se permitieron el lujo de vacilar con los soldados, como si éstos no tuviesen bastante con la tensión y el cansancio del viaje a Diwaniya. Les digo a ustedes que en su nuevo equipo Rajoy debiera incluir un psiquiatra de cámara. A ver si así se centran un poco.