En apenas unos días, cumplirá 70 años y desde septiembre del 2013 está esperando una intervención quirúrgica derivada de un reuma "extraño" denominado palindrómico. "Me molestaban las articulaciones e incluso me llegaron a escayolar hasta que un reumatólogo me hizo este diagnóstico", recuerda Francisco López Garzón.

Después llegaron las inflamaciones de las articulaciones y el tratamiento con cortisona. "Pero, poco a poco, se van estropeando, sobre todo las rodillas y especialmente la derecha".

Pero la repercusión va más allá. Meniscos deformados, cartílagos destrozados y una rótula finada que exige una nueva. "Cada día he ido a peor. Me derivaron a la unidad de rodlla de Traumatología del Miguel Servet y el año pasado, en septiembre, ingresé en lista de espera", recuerda Francisco, que no concibe demasiadas esperanzas en que el plan de choque dispuesto por el Salud acabe con su sufrimiento y acelere su operación. "No me fío porque no creo que haya demasiados cambios. Hasta ahora, he ido a Atención al Paciente, pero ahí te apuntan y ya está".

"Lo que tengo claro es que no quiero que me manden a otro lado y quiero que me opere el equipo de rodilla que me ha tratado hasta ahora", advierte. El motivo lo tiene claro. "Si te derivan a una clínica, por muy buena que sea y tenga grandes profesionales, ¿quién se hace cargo ante cualquier problema? Quiero decir que si me opera el que me ha tratado, él ya estará al tanto de cualquier problema que pueda acaecer, pero si me opera otro y con ese contratiempo acudes al médico de la Seguridad Social, te puede decir que él no me ha operado y, como consecuencia, no puede hacer nada. No me fío".

De momento, Francisco sobrelleva la tardanza con estoicismo y resignación. Y con morfina. "Yo digo que voy colgado, porque cada 72 horas tomo 50 gramos", dice, lamentando los dolores propios de las inflamaciones. "El dolor es considerable y te condiciona mucho porque la rodilla soporta todo el peso del cuerpo. Salgo poco, camino menos y, cuando lo hago, debo sentarme a menudo".