Llegaron hace ya muchos años, en algunos casos más de treinta, a un pueblo que desconocían. Para algunos, era un destino provisional, pero otros terminaron por instalarse entre las gentes de ese nuevo lugar.

Agustina Pacheco, en Paniza, Antonio Luna, en Ateca, José María Lázaro, en Muel, Amelia Guillén, en Luceni, Fermín Rubio, en Zuera o Dolores Génova, en Quinto de Ebro son un ejemplo de ello. Entre los seis suman casi doscientos años dedicados a la enseñanza en un colegio rural y todos ellos, como otros compañeros, han finalizado este curso su ciclo profesional.

Algunos han sido protagonistas del cambio en el modelo de enseñanza --y por extensión de la sociedad--. Pese que experimentaron también las miserias de la posguerra, de ahí el dicho pasas más hambre que un maestro de escuela , de ellos ha dependido la formación de las nuevas generaciones del medio rural. Cada uno en un municipio, tuvieron que hacer frente a costumbres anquilosadas para ofrecer a los más pequeños las oportunidades que traía la nueva sociedad.

Cariño

"Te echaremos mucho de menos, don Antonio", le decía un alumno hace unos días al hasta ahora maestro en el colegio público de Ateca. Sus especialidades son la Lengua y la Literatura, o mejor dicho, la cercanía con la que ha transmitido sus conocimientos. Fermín Rubio se ha quedado en Zuera, según sus propias palabras, "por el cariño de la gente", y se le nota cuando habla de cómo ha vivido la evolución del municipio, de cómo era el colegio cuando él llegó y de cómo es ahora. "Han sido 40 años de servicio a la enseñanza, gran parte de ellos dedicados a los niños y las niñas de Zuera".

Javier Abenia, alcalde de Quinto de Ebro, recuerda de sus años de enseñanza infantil "a doña Lola como una profesora exigente, recta y comprensiva, pero sobre todo comprometida con su trabajo".

Amelia llegó a Luceni hace 27 años porque era el pueblo natal de su marido, allí ha conocido los cambios que ha experimentado la enseñanza. José María Lázaro, maestro de Muel desde el año 72, ha desarrollado en este municipio sus aficiones por la caza o la pesca.

Agustina lleva 33 años en Paniza y por sus clases han pasado dos generaciones, en muchas ocasiones padres e hijos. Durante este tiempo, explica, "han sido muchas las leyes que han regulado la educación, con mayor o menor fortuna". Ahora todos ellos jubilan sus carteras, pero no sus recuerdos.