El presidente de la Diputación de Castellón, Javier Moliner (PP), defendió ayer en la sede de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), la posibilidad de un trasvase entre cuencas, aunque la estimó como último recurso siempre que fallen otras alternativas propias. Estas declaraciones ante los medios, después de entrevistarse con el presidente de la CHE, Xavier de Pedro, suponen un leve cambio de discurso en uno de los dirigentes populares que con más ahínco ha defendido el trasvase del Ebro.

Moliner lamentó que el trasvase proyectado por Aznar se derogara con la llegada del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ya que "se había planteado como una solución para los problemas de déficit hídrico de la Comunidad Valenciana", y criticó que este invirtiera 500 millones de euros en dos desaladoras que no han dado aún "ni un litro de agua" al requerir un coste energético que triplicaría el precio del agua. Aún así, Moliner defendió la búsqueda de soluciones para ponerlas en marcha "porque sería irresponsable lo contrario al estar construidas estas infraestructuras". Esto, junto a "un buen uso de los recursos", tendría que ser necesario para "el equilibrio entre la demanda y los recursos". Aún así, no descartó el trasvase si es necesario, atendiendo "el principio de solidaridad" que implica "llevar recursos donde hace falta si sobran en otra parte".

Moliner descartó que algunas de las medidas que se han puesto en marcha desde la CHE, y por las que ayer se reunió con su presidente, tengan que ver con posibles trasvases futuros. Es el caso de la presa del Bergantes, aguas abajo de la provincia de Castellón, concebida para laminar avenidas, o de la reserva de 10 hectómetros cúbicos que se ha concedido a la comarca de Els Ports de Castellón para atender a la demanda de esta pequeña porción de territorio valenciano que está en la cuenca del Ebro.