La carrasca de Lecina está a punto de convertirse en la vecina más ilustre de la localidad. El miércoles se desvelará el resultado de la votación en el Eurovisión que designará al árbol del año en el continente, y según las últimas cifras que se conocen, el ejemplar de la sierra de Guara partía con una notable ventaja sobre sus competidores rusos e italianos. Esta encina que recibe el calificativo de milenaria podría mantener su leyenda y convertirse en un referente turístico, algo que comparte en cierto modo con el resto de árboles singulares designados en Aragón. En total son 19. Todos ellos, según fuentes oficiales, gozan de buena salud, aunque algunos de ellos son relativamente desconocidos por encontrarse en fincas privadas o sitios de difícil acceso.

El naturalista del departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, Eduardo Viñuales, celebra que un concurso de estas características haya puesto los fotos sobre el «patrimonio natural» que suponen estos grandes árboles. Un proceso que ven con buenos ojos y que ya se vivió, aunque en menor medida, con el chopo cabecero de Aguilar. «La existencia de estos monumentos se tiene que divulgar con sensibilidad para que la gente los respete y los conozca», manifiesta.

La comunidad cuenta desde los años 70 con un catálogo de árboles singulares en el que se recogen más de 300 fichas. De estos, los 19 más significativos cuentan con una especial protección, así como las arboledas del pinar de Pino Moro, del pino salgareño en Valdiguara, la ribera del chopo cabecero, el hayedo del Moncayo, el pinsapar de Orcajo y el sabinar de Olaya. «El reconocimiento se ha hecho con el consentimiento de los propietarios, que también se implican en su conservación», indica.

Tradiciones y leyendas

Entre las labores de difusión que se está haciendo, siempre que es posible, se encuentra la señalización y análisis de su porte. No se puede olvidar que los árboles están íntimamente ligados al discurrir humano y que muchos ellos guardan un legado cultural entre sus ramas en forma de tradiciones o leyendas. «Es raro que estos ejemplares mueran víctimas de la motosierra y el corte intencionado, cuando desaparecen siempre es por causas naturales», indica.

El Gobierno de Aragón anima a la ciudadanía a indicar la existencia de este tipo de árboles, para poder localizarlos y señalarlos. De hecho, en el 2019 el satimbre (o sauce blanco) de Cerveruela entró en esta exclusiva lista de árboles protegidos. En este caso son los propios habitantes de la localidad los que se encargan de su poda y cuidados.

La selección de árboles y arboledas para su declaración como singulares e inclusión en el catálogo se realizar mediante criterios objetivos que, entre otros aspectos, evalúen el carácter de singularidad del ejemplar en el conjunto de los existentes. Un ejemplo concreto son los ejemplares que se encuentran en la torre de Nuestra Señora del Pilar de Daroca, con presencia incluso de secuoyas, pues se encuentran plantados en un antiguo vivero.

Los colectivos ecologistas también considera que el conjunto de árboles singulares presentan un estado de conservación razonable, pero piden no bajar la guardia y controlar el patrimonio natural en su conjunto. Desde la Asociación Naturalista de Aragón (Ansar) consideran que hay que tener «mucho cuidado» con estos conjuntos, puesto que necesitan «protección específica», algo que según Olga Conde no se está produciendo en estos momentos.

«Está bien que se identifique, puesto que eso permite valorarlos como una parte de nuestro patrimonio cultural e histórico, pero requieren mucho cuidado, así como una supervisión constante», alega ante el riesgo de que el turismo pueda llegar a condicionar el desarrollo de alguno de los ejemplares. «A veces los daños no se producen por malas intenciones», explica. Pisar mucho el suelo en el entorno o subirse a las ramas pueden provocar heridas inapreciables que afectan al crecimiento.

Para evitar el contacto directos desde el Gobierno de Aragón recuerda que los detalles de estos árboles singulares también pueden admirarse en tres dimensiones gracias a los estudios fotogramétricos por una empresa especializada realizados en el 2017.

En todo caso, si los 19 árboles singulares identificados en todo Aragón gozan por el momento de buena salud, no se puede decir lo mismo sobre los ejemplares que se catalogaron en Zaragoza como de especial relevancia. Del conjunto de 57 referencias catalogadas en el 2005 se calcula que ha desaparecido la tercera parte. «Ha habido un abandono total», denuncia la que fuera técnica ambiental del Ayuntamiento de Zaragoza y socia de Ansar, Olga Conde. La morera de la calle San José, la acacia del parque Bruil, el sauce junto a la orilla del canal Imperial o el laurel de Torrero son algunas de las especies que han desaparecido de la capital aragonesa en las últimas décadas.