El análisis del tráfico del móvil de Víctor da Silva, el joven de 19 años desaparecido tras el cotillón del Espacio Ebro, en Ranillas, ha dado nuevas pistas a la Policía sobre sus pasos tras la fiesta. Aunque sus amigos le perdieron de vista sobre las 7.00 horas --las horas bailan, ya que algunos lo retrasaron hasta las 8.00--, el WhatsApp de su teléfono se activó a las 9.45 horas, como publicó este diario. Fue para contestar a un mensaje de una amiga en Valencia, en una conversación banal, sobre el frío.

A las 12.00 horas, un repetidor captó el teléfono en los alrededores de la plaza Mozart, lo que podría concordar con un itinerario, aunque largo, para ir desde el recinto hasta su casa, en Vadorrey. Aunque los investigadores deberán determinar si el móvil lo seguía llevando él cuando emitió esta última señal.

En cualquier caso, los registros telefónicos han servido al Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía para abandonar, al menos de momento, la línea inicial de trabajo. Los buceadores de Bomberos estaban preparados para retomar la búsqueda del cuerpo del joven en los canales que rodean al recinto del cotillón, y en el Ebro; pero recibieron la llamada de la Policía para que no acudieran.

Las pesquisas continúan con el interrogatorio de los amigos, de otros presentes en la fiesta y con la recepción de informaciones ciudadanas sobre la presencia del joven en diversas calles, como en las inmediaciones del centro comercial Grancasa o en su propio barrio de Vadorrey.

Paralelamente, mantienen abierta la baza del análisis del rastro de sangre hallado a unos centenares de metros del recinto, en unas escaleras próximas a la Torre del Agua que bajaban hacia un canal. Para ello tomaron muestras a la madre y la tía del joven, Renilda y Selma da Silva, que acudieron a Zaragoza desde Brasil y Santander, respectivamente. Fuentes del Cuerpo indicaron que mantienen "todas las hipótesis abiertas", aunque la de que se cayera al agua parece perder fuerza.

Víctor da Silva iba vestido con un traje, camisa rosa y pajarita cuando le vieron por última vez, en el cotillón. Es moreno, mide alrededor de 1,78 metros y es de complexión fuerte. La pasada Nochevieja acudió con sus amigos del IES Pilar Lorengar a despedir el año al recinto de Ranillas, pero sus amigos le perdieron la pista. Al no saber nada de él, acudieron a su casa, pero estaba cerrada, por lo que avisaron a sus familiares y denunciaron.