Una lechuga puede convertirse en una bandeja reciclable. Las cenizas del papel usado, en material para asfaltar carreteras. Y las botellas de plástico oscuro, muy difíciles de reciclar, pueden empezar a tener una segunda vida. La economía circular y la innovación que genera han llegado para quedarse en Aragón, donde diversas empresas ya trabajan con esta filosofía, bien desde sus inicios, o bien por el convencimiento de que el desarrollo productivo debe reducir la huella que deja en nuestro entorno. El Gobierno de Aragón, a través del sello Aragón Circular, también fomenta y apoya el desarrollo de estas iniciativas. En concreto, declarando los proyectos de economía circular como de interés autonómico y con una campaña de ayudas de I+D para las empresas que apuesten por ello.

Compañías grandes y pequeñas están apostando por la «economía circular», una manera de desarrollar sus productos reduciendo al mínimo su impacto medioambiental con el «objetivo de lograr el residuo cero».

Ramón Alejandro Balet, presidente de Saica, explicó que «la economía circular forma parte de los inicios de la compañía». «Nosotros metemos 2.300.000 toneladas de papel recuperado en el proceso productivo; con esas generamos 1.800.000 toneladas de papel y se quedan 500.000 toneladas de residuos». Esos residuos se trasladan a la planta de valorización energética, donde producen energía eléctrica. De ahí, «el residuo restante es de 60.000 toneladas de cenizas». Es decir, Saica reutiliza el 97,5% de sus residuos.

Economía de proximidad

Desde Saica ya trabajan en un proyecto con Acciona para darle una segunda vida al 2,5% restante, y convertir esas cenizas en asfalto para las carreteras, consiguiendo el ansiado objetivo del «residuo cero». «A mí me gustaría que estas cenizas se pudieran utilizar para el desdoblamiento de la autovía que va a pasar por delante de la fábrica. Eso sería economía circular y de proximidad», manifestó Alejadro Balet.

Saica es una de las grandes empresas punteras en el sector de la economía circular, y una de las firmantes de la estrategia impulsada por el Ejecutivo autonómico. También en la lista de firmantes se encuentra el grupo Samca, que centra sus proyectos de economía circular en Novapet, la planta ubicada en Barbastro que es la primera productora de PET (resina de plástico de polietileno) de toda la península ibérica.

Uno de sus proyectos de economía circular busca mejorar y facilitar el reciclaje de las botellas de plástico coloreadas u opacas, que hasta ahora tienen una difícil reutilización con la tecnología existente. Novapet ha presentado ya en foros sectoriales y está a punto de lanzar al mercado botellas de leche totalmente opacas (blancas) producidas en un 100% con botellas posconsumo. Además, trabaja en la Comarca del Somontano de Barbastro en la recogida selectiva de botellas usadas y en la creación de una red propia de contenedores para PET en el territorio. Por otro lado, la incorporación de resinas de PET reciclado para trabajar cada vez más con este material reutilizado es una realidad en su planta. La previsión es que en este año puedan producir 12.000 toneladas de PET procedente de botellas de plástico reutilizadas.

Y con el fin de reducir el consumo y la utilización de plásticos, otra pequeña empresa zaragoza (con tan solo seis empleados) está investigando la creación de nuevos materiales a través de residuos orgánicos vegetales. Feltwood, con sede en el Centro Europeo de Empresas e Innovación de Zaragoza, ha desarrollado la tecnología para transformar los «residuos verdes», es decir, «las lechugas, las alcachofas, el brócoli o algunas frutas» en un material biodegradable que pueda sustituir al plástico en algunos de sus usos. «Separamos la celulosa del agua que contienen los alimentos y, sin añadir adhesivos, conseguimos originar un material consistente que puede tener múltiples usos», explicó Óscar Longares, responsable de comunicación de la compañía. Por el momento, la empresa se halla en una fase preindustrial, y se encuentran «en busca de financiación» para construir una planta demostrativa que pruebe que su tecnología «es viable».

Todos son proyectos para lograr el «objetivo del residuo cero» para desligar, por fin, el crecimiento económico del agotamiento de los recursos del planeta.