Basta levantar un poco la vista mientras caminamos por la calle para descubrir que muchas de las fachadas de los edificios de la ciudad aparecen salpicadas de cientos de aparatos de aire acondicionado instalados sin ningún criterio. Sobre la misma pared, bajo una ventana, a un lado, al otro, encima, dentro de una terraza. ¿Es segura esta práctica?

La ordenanza municipal del Ayuntamiento de Zaragoza prohíbe con carácter general "la colocación en las fachadas exteriores de elementos correspondientes a instalaciones particulares que sobresalgan, tales como aparatos de refrigeración, aire acondicionado, extractores, chimeneas, antenas parabólicas, etc". Y recalca: "No se puede colocar un aparato de aire acondicionado superpuesto a fachada, a no ser que se presente un estudio de conjunto de toda la cara del edificio, resolviéndose de forma favorable". Pero, como aseguran varios administradores de fincas y presidentes de comunidad, en la práctica "muy pocos son los que se molestan si quiera en comunicar nada".

MONTAJE DE EQUIPOS Pero, ¿qué ocurre en la práctica? "Las grandes superficies venden aparatos baratos y los manda montar a gente no especializada por muy poco dinero", explica Alfonso Chato, miembro de la Asociación Profesional Empresarial de Fontanería, Calefacción, Gas, Climatización, Mantenimiento y Afines de Zaragoza (Apefonca). Este profesional denuncia el intrusismo de estos "pseudotécnicos": "Es gente no profesional, que no tiene miramientos en instalar los aparatos de cualquier manera".

Los principales problemas que suelen aparecer son molestias por ruidos y el calor que producen las máquinas. En la práctica, mientras no medie la queja de un vecino, el ayuntamiento no interviene. "El edificio del consistorio en la plaza del Pilar es el primero que incumple su propia normativa, así que por eso suele hacer la vista gorda en estos casos", opina Chato.

"Muchas instalaciones que hay en las comunidades de propietarios son piratas, pero mientras no exista una denuncia de algún vecino al que le cause molestias, no ocurre nada", explica Carmen Arruego, administradora de fincas. La cuestión es que muchos tienen dónde buscarse las cosquillas y entre vecinos funciona el "tú no te quejas de mi aparato y yo no protesto por el tuyo". A veces, el ayuntamiento ha propuesto sanciones, "a veces de hasta seis mil euros", recuerda Arruego, aunque en no pocas ocasiones la sanción municipal queda sin ejecutar.

Con todo, el mayor problema, añade Chato, es la falta de seguridad: "Existe el peligro de que no se fijen bien los soportes que sujetan el aparato. Por ahí se ven muchas chapuzas. Cualquier día tendremos una desgracia", advierte. Pese a la permisividad existente, Chato recomienda que los clientes cumplan la ordenanza y que se pongan en manos de profesionales. "Es mucho mejor que acudan a sitios especializados que dispongan de la certificación competente habilitada para evitarse luego cualquier problema en caso de avería", opina.

Otra de las cuestiones a tener en cuenta es el mantenimiento de estos aparatos, especialmente en el caso de los más antiguos, para evitar posibles fugas. "Bien montados, pueden aguantar diez años sin ningún escape", señala Chato. Precisamente el próximo año 2015 concluye la moratoria dada por la Unión Europea para el refrigerante R22, un compuesto conocido por ser nocivo para la capa de ozono. En solo unos meses, ya no podrá utilizarse ese refrigerante reciclado gravado en los últimos tiempos con un impuesto para el mantenimiento de los equipos más antiguos.