La sede de los institutos de investigación de la Universidad de Zaragoza ya tiene forma. Los arquitectos Carlos Labarquilla y Carlos Lalinde entregarán el proyecto a finales de este mes y así darán luz verde a la construcción de un edificio que están esperando unos 400 científicos que ahora desarrollan su labor en dependencias provisionales. El centro, de 12.000 metros cuadrados, se ha diseñado a la carta para intentar responder a las necesidades de cada instituto.

"No es un trabajo para el lucimiento, sino para que los investigadores puedan trabajar a gusto", explicó a este diario Carlos Labarquilla. "Hemos estado en contacto con todos los centros para conocer sus necesidades y así poder adaptar cada estancia a su actividad". En este edificio, que se levantará detrás del Centro Politécnico Superior y que costará 15 millones de euros, se instalarán los cuatro institutos propios del campus aragonés: el de ingeniería (I3A), el de biocomputación y física de sistemas complejos (BIFI), el de nanociencia (INA) y el de catálisis homogénea (IUICH).

El bloque, de dos pisos, está estructurado alrededor de dos pasillos centrales de los que se ramifican los pabellones en los que se ubicarán los institutos. El patio central, ajardinado, servirá para desoxigenar el entorno. Además, las fachadas ciegas (los testeros) tendrán diferentes colores "para alegrar algo el campus", indicaron los arquitectos encargados del proyecto.

ILUMINACIpN DIFERENTE En principio, la fachada iba a ser de aluminio, aunque acabará siendo metálica, y para las ventanas se había pensado en una asimetría que al final no se va a llevar a su máxima expresión. "Todos los institutos no necesitan la misma iluminación, así que hemos intentado individualizar este aspecto lo máximo posible", afirmó Carlos Lalinde.

Los arquitectos ponen un ejemplo de algunas de las particularidades que les han exigido los institutos: "El de nanociencia necesita una sala blanca absolutamente exenta de polvo, por lo que en esa estancia ha habido que poner unos filtros especiales y la renovación del aire es constante, brutal. Además, para acceder habrá controles de seguridad y de sanidad muy estrictos".

El vicerrector de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad de Zaragoza, José Angel Villar, resaltó la importancia de este edificio, que cuenta con fondos europeos, para dar respuesta "a todos los científicos que ahora están de forma provisional en sitios dispersos".

A LA ESPERA El I3A tiene al grueso de sus investigadores en el Centro Politécnico Superior, en el Actur, mientras que los del BIFI se han instalado en el antiguo colegio Cervantes, muy cerca del campus de la plaza San Francisco. El INA y el Instituto de Catálisis Homogénea se encuentran en la Facultad de Ciencias, aunque los de nanociencia también aprovechan otras dependencias.