Numerosos municipios de toda la provincia zaragozana ha comenzado el mes, la pasada noche, pingando el mayo. Aranda, Ateca, Biota, Calatorao, Maleján, Sábada... localidades de todas las comarcas realizan diversos actos para conmerar esta ancestral tradición que se remonta, según algunas teorías, hasta los tiempos de los celtas.

El origen de esta enraizada costumbre parece estar relacionado con la llegada de la primavera, aunque ese significado ha ido variando a los largo de los años y los lugares. El más común hasta hace muy poco ha sido el de despedir a los jóvenes llamados a filas. Quizá por ello, esta sigue siendo, en la mayor parte de los municipios, la fiesta de los quintos.

Actualmente, ajenos al significado que ha tenido pingar el mayo a lo largo de su historia, los vecinos se reúnen en la plaza para festejar con el levantamiento del árbol una seña distintiva de cada uno de estos pueblos, porque eso sí, la fiesta guarda, pese al paso del tiempo --o quizá, precisamente por eso--, un fuerte simbolismo rural.

El rito del levantamiento

La tradición se inicia unos días antes con el corte del mejor de los árboles para dejarlo secar durante unos días. En algunos de los pueblos tienen por costumbre empalmar en lo alto del mayo, una rama de un enebro, o una bandera. Posteriormente, el día 30 de abril en algunos municipios, y en otros el propio 1 de mayo se traslada el árbol hasta el centro del pueblo.

La tradición marca que este viaje se realice llevando el tronco al hombro entre los jóvenes del municipio, aunque en algunos sitios esta tarea se realiza por medio de un carro donde se carga el mayo. En este último caso dependiendo del lugar el carro puede ir tirado por los mulos o por un tractor.

De esta forma se lleva el árbol hasta la plaza o un lugar central del municipio donde se levantará finalmente. Para ello, en primer lugar se hacer un pozo muy hondo --si no está hecho ya-- y se llevaban unas estacas de madera en forma de tijeras, para sujetar el mayo mientras se va pingando .

Entre los quintos del municipio y el resto de vecinos se zafa el tronco con varias sogas y circundando el tronco se comienza a tirar de estas a la voz de tres. Una vez que el árbol se levantan los tiradores se coordinan para que su peso no le haga ceder por algún lado.

Cuando los vecinos consiguen que el árbol mantenga su equilibrio sobre el agujero, se sueltan las cuerdas y se termina de cegar el pozo con tablas para que el tronco no se balancee.