No han tenido un trabajo cómodo. Tampoco lo esperaban. Desde que aceptaron el cargo como capitanes de la Copa Davis en el 2001, Jordi Arrese, Juan Bautista Avendaño y Josep Perlas se han sentido cuestionados en cada eliminatoria a pesar de haber llevado al equipo hasta dos finales del torneo.

El camino hasta la ensaladera de plata no ha sido fácil. La clave de ese triunfo es una trilogía innegociable. "Primero, poder contar con grandes jugadores; segundo, que acepten formar parte de un equipo sin protagonismo y tercero, tomar nuestras decisiones hasta las últimas consecuencias. Lo único importante es ser honestos, valientes", explica Arrese.

Decisiones comprometidas

Esa es su filosofía. El jugador ha de venir al equipo de Copa Davis preparado para jugar, pero también dispuesto a no hacerlo. "Lo único importante es ganar la eliminatoria", recalca Avendaño. Perlas da más detalles. "No lo hemos pasado tan bien en Sevilla como muchos creen. Ahora que se ha ganado, todos están felices pero duele tener que decepcionar a gente para lograr un éxito". Y con esa filosofía, con esa decisión, han conseguido llevar al equipo al triunfo en La Cartuja. Este año, en cada eliminatoria han tenido que salvar situaciones comprometidas y jugársela con decisiones que se han cuestionado.

En Brno, en la República Checa, lograron que España consiguiera su primera victoria fuera de casa y en pista rápida después de 14 años (la anterior se había logrado en 1990 en Moscú). En esa eliminatoria, no pudieron contar con Juan Carlos Ferrero y Carlos Moy , lesionados. Hasta un día antes de viajar a la República Checa, Ferrero no les confirmó su ausencia y, a última hora, tuvieron que llamar a Beto Martin como cuarto jugador.

Su intención era hacer jugar el primer día a Feliciano López, que era el mejor especialista en pista rápida que tenían, pero el toledano no estaba al máximo nivel y optaron por hacer debutar a Rafael Nadal. "Feli aceptó el cambio como nadie y eso hay que decirlo con mayúsculas", explica Arrese, consciente de que los deportistas tienen su ego. "Entendemos que los jugadores se decepcionen por no jugar, pero nuestra obligación es alinear a quien creemos que está mejor en ese momento", dice Avendaño.

La apuesta por Nadal funcionó. El mallorquín logró el punto decisivo de la eliminatoria y demostró, pese a su juventud, que iba a ser una pieza básica en el equipo. "Siempre está dispuesto para lo que haga falta y convencido de que eso es lo mejor para el equipo", valora Arrese.

La segunda eliminatoria debía haber sido más tranquila. España jugaba en tierra ante Holanda y podía contar con Moyá y Ferrero, aunque el valenciano llegó muy justo a Mallorca, recién superada una varicela que le tuvo dos meses parado. Esa eliminatoria fue la única de todo el año en la que no se hizo ningún cambio por sorpresa. "Nosotros no cambiamos por gusto. Somos conscientes de que es duro decirle a uno que no jugará, pero no hacerlo sería injusto para el que debe jugar", explica Arrese.

Más problemas

No acabaron los problemas. Cinco meses después, en las semifinales ante Francia, el panorama no era el mejor para afrontar el asalto a la final. Los tenistas españoles no estaban atravesando un buen momento en el circuito y llegaban saturados de partidos tras disputar los Juegos Olímpicos y el Abierto de Estados Unidos. A eso se añadió que tanto Moyá como Ferrero habían aceptado jugar un torneo en China justo antes de jugar la Davis en Alicante. "No era la mejor forma de preparar la eliminatoria cruzar medio mundo para ir a Shanghai, pero decir no a China con el dinero que les daban era difícil", comenta Avendaño. Moyá y Ferrero pagaron ese esfuerzo. El mallorquín perdió con Mathieu el primer punto y el valenciano igualó la eliminatoria al vencer a Santoro. En el partido del doble a España le acompañó un golpe de suerte. Santoro se había lesionado el viernes y los franceses tuvieron que improvisar un doble con Clement y Llodra. Ese día Robredo y Nadal lograron la primera victoria como pareja de la Davis y devolvieron la ilusión para la última jornada.

Los capitanes decidieron cambiar a Moyá. "Había hecho un gran esfuerzo y pensábamos que era mejor que entrase un jugador fresco", recuerda Perlas. Fue un momento complicado. Los tres se reunieron con el mallorquín la noche anterior para preguntarle cómo estaba y anunciarle la sustitución. No hizo falta. Charly reconoció que estaba tocado. El elegido era Nadal, pero la sorpresa para ellos fue que Ferrero no podía jugar por una llaga que tenía en la mano, un problema que se le ha reproducido en Sevilla. La baja les pilló a contrarreloj. En esa situación, habrían preferido que Robredo jugara el cuarto partido y Nadal el último. "Llegamos tres minutos tarde para hacer el cambio", dice Arrese. Nadal logró la clasificación y Robredo certificó el 4-1.

El último capítulo se ha vivido esta semana en Sevilla. Los tres capitanes sabían que ante Estados Unidos era "ganar o ganar". Y para eso decidieron jugar al límite. Tenían previsto que Moyá y Ferrero jugaran el viernes, pero a medida que pasaban los días veían que el valenciano no estaba en su mejor nivel y optaron por un cambio inesperado. Ferrero se enteró de su sustitución el mismo jueves por la mañana. Los capitanes se la habían comunicado la noche anterior a su entrenador, Antonio Martínez Cascales, y a Toni Nadal, el tío y entrenador de Rafa, pero el técnico del valenciano prefirió que descansara sin saberlo. Ferrero lo encajó mal.

Las pruebas que han tenido que superar les han hecho fuertes aunque, después de tres años en el cargo (Avendaño y Perlas siguen desde la victoria del 2000), aún se sienten cuestionados. "Nos duele a los tres que después de tanto tiempo se nos cuestione cada decisión que tomamos", se queja Avendaño. "Me gusta este trabajo, pero cuando me digan ´se acabó´, me iré tan tranquilo. Los genios no están en el banquillo sino en la pista", asegura Arrese. Palabra de capitán, jefe de los mosqueteros.