Fernando Bolea formó parte de la selección española de balonmano en los Juegos de Barcelona. "En el preolímpico del año anterior fuimos segundos y ganamos la Supercopa a las siete mejores selecciones del momento. En Barcelona competimos bien, pero nos topamos con la mejor selección francesa que ganó el campeonato", recuerda.

El primer partido España perdió contra los galos. "Nos sorprendió. Luego nos enfrentamos con los rusos, que eran de otra galaxia". El resto de los partidos los ganó España. "Jugamos del quinto al octavo puesto y terminamos quintos", dice.

Tiene buen recuerdo de Barcelona 92. "No era titular. Entonces solo había doce jugadores que salían a cancha. De siete partidos, jugué los tres últimos", explica el técnico del Balonmano Aragón.

Ese equipo lo entrenó Javier García Cuesta. "Me atrevo a decir que la preparación fue muy larga y dura. Estuvimos todo el verano concentrados, con mucha tensión por los descartes. Llegamos a los Juegos como mucha ilusión y pocas fuerzas". En ese equipo el más jóven era Barrufet y el buque insignia Lorenzo Rico. También jugaban Marín, Garralda, Melo, Luisón García, Javier Cabanas y comenzó su trayectoria Alberto Urdiales.

Ese año 92 Bolea jugaba en el Bidasoa. "Hice una temporada buenísima. En el equipo guipuzcoano estuve cinco años fijo en la selección". Bolea era un jugador polivalente, pero su puesto natural era de extremo derecho.

Su nueva etapa

Desde hace cuatro años es el entrenador del Balonmano Aragón. Este puede ser el año del cuadro de División de Honor B. "Este es el mejor equipo que he tenido y tenemos fundadas esperanzas de ascender. Se han hecho muchos fichajes y la gente sabe que solo vale el ascenso a la Asobal". En definitiva, "no es una año para aprender".

El puesto de entrenador es muy diferente al de jugador. "Disfruté mucho jugando y es un puesto con menos responsabidad. Permite mucha más libertad". Como entrenador también se lo pasa bien puesto que "estïs con gente que les ves ilusionada y me veo reflejado en ellos. Pero es más sacrificado y sufrido, inviertes muchas más horas. Hay momentos que no tengo descanso", apunta el técnico aragonés.

A Bolea le gustaría plasmar sobre el campo "una defensa muy seria, en la cual llevemos la pauta. Es algo como guiar al rebaño al redil y que el ataque contrario vaya a las zonas que a nosotros nos interesan". El balonmano es un deporte muy vivo, dinámico y "tenemos que superar los problemas que te ponga la defensa contraria a base de mucha movilidad y viveza". Para Bolea, "lo que recuperes en defensa te da la posibilidad del contragolpe". Pero también es verdad que "para evitar que te meta contragolpes el rival, debe haber una seguridad en ataque", explica.

Bolea no tiene un modelo de equipo. "Pero como el Dream Team del Barcelona no habrá otro igual. Los yugoslavos de la vieja guardia eran maravillosos y el equipo sueco, cuando estaba en plenitud con Olsson y Wislander, lo hacía todo bonito". Incluso el equipo del Bidasoa en el que jugó Bolea "hacía muy buen balonmano. Allí jugaron Perunicic, Kisilev, Svenson, Echaburu y Ordoñez. Era un equipazo", recuerda el técnico aragonés.

La selección española

Bolea no quiere hacer pronósticos sobre la selección de España en Atenas. "Podemos ser campeones olímpicos. Pero hay muchos factores en la alta competición y no se pueden dominar todos". Bolea piensa que el gran problema es que "a España le falta carácter y calidad en los momentos finales para elegir la mejor opción. Quedar quinto es muy buen puesto, pero sonará a fracaso". El zaragozano se inclina por "Alemania como uno de los favoritos".

Fernando Bolea tiene un niño de cinco años que se llama Lucas. "Mi hobby es mi hijo. Está todo el día con la pelota en la mano y corriendo con la bici. Tiene la predisposición al ejercicio. Es demasiado movido", dice el entrenador. Este año dejará de ser jugador en activo del Rótulos Plasneón de Segunda. "Me ataba mucho jugar todos los domingos e iba muy cansado todo el día. Y algún día me darían un garrotazo", concluye.