Paco Ortiz enseñó a cantar los goles del Zaragoza y La Romareda, como en el mejor de los homenajes al Maestro, mostró la lección bien aprendida y puso el alma para que el gol fuera un grito unánime. ¡Y vaya si lo fue! Seguro que él también lo celebró y asintió con orgullo al ver que su equipo daba un paso agónico hacia la salvación en otro final para la leyenda mientras la grada se volvía loca después de que Alvaro mandara un fuerte zurdazo hacia la gloria. No, no fue un gol Soguero , aunque la afición lo celebró como tal, como el histórico tanto de Nayim, como el reciente de Galletti en Montjuïc, como le enseñó quien tantas tardes de emoción le dio a través de las ondas.

El sentido homenaje que se le dedicó con el minuto de silencio fue el preludio de una tarde llena de emociones. La afición, que tan apenas hizo referencias a la rivalidad con Osasuna, sabía de la trascendencia del triunfo y desde el pitido inicial no hubo un seguidor sin lamentos, sin miradas al cielo, sin desesperación, sin nervios...

Con los cinco sentidos

Y eso que el club colaboró a impedir la angustia no anunciando los goles de los rivales. Había que estar centrado en lo que sucedía en el césped, aunque el mal juego del equipo no daba muchas razones a los aficionados para animar, pese a los intentos de la charanga y a los continuos reclamos de Movilla. Un claro penalti a Moha provocó el suspiro de alivio y los aplausos de ánimo, que se hicieron generalizados cuando Morales mandó el balón a las nubes con todo a favor. Hubo tímidos pitos tras esa acción, pero pronto las palmas los derrotaron por goleada. No era tarde para críticas y sí para ayudar.

La segunda parte tuvo idénticas constantes. Tímidos aplausos, más nervios, angustia... Víctor se llevó la bronca monumental de la grada por los dos primeros cambios, ya que los aficionados soñaban con la heroica, con ese gol de Yordi por aplastamiento , pero Soriano y Dani, sin acierto, fueron los que lo tuvieron en sus botas. Y salió el gaditano, con palmas de por medio, pero el papel de héroe era para Alvaro.

"Venced por nosotros", decía una pancarta antes del partido. El brasileño concedió ese deseo a la afición sobre la bocina. Aunque aún restan muchos nervios por la salvación, ese gol es por todo el sufrimiento vivido por los aficionados. Y también por Paco Ortiz.