Buscar la palabra Alifante en un diccionario es una pérdida de tiempo. Esa invención sólo encuentra su significado en el corazón del zaragocismo. Aquella mítica alineación del Zaragoza, que obró el primer ascenso a Primera en 1936 y que fue apodada así por un aficionado catalán del Júpiter que los comparó como elefantes por su corpulencia y fuerza, simboliza la existencia de un espíritu que hoy persiste a pesar de la desnaturalización mercantil del fútbol moderno. Ese romanticismo, ese amor al deporte como tal, como pasión, exento de aditivos publicitarios y divismos, se respira en una de las peñas zaragocistas con más solera a pesar de tener sólo 7 años de vida. Esa afiliación a lo añejo y el respeto al valor de la tradición no podría tener otro nombre que Peña Los Alifantes.

Este colectivo fue fundado el 5 de junio de 1997 por cuatro zaragozanos (Manuel Rodríguez, José María Aguilar, José Luis Ortego y María Isabel Carrillo) y en la actualidad ya son 59 socios, de los que 50 son abonados en La Romareda. Su sede es el Football Story. Este incremento no ha impedido que la esencia de la peña siga intacta. La prioridad se mantiene en la difusión y defensa del zaragocismo. "Somos una de las mejores aficiones del mundo. Una de las más fieles y más sensatas. Nuestro comportamiento en La Cartuja fue soberbio. Siempre recordaré que en el descanso todos estamos animados, unidos unos con otros, aunque no te conociéras de nada, todos empujando al Zaragoza", expone Carlos Asín, que desde el 2000 dirige los designios de una de las peñas más viajeras del planeta blanquiazul.

No han faltado a ninguna final desde su nacimiento y al Copazo de Montjuïc acudieron en una expedición mayoritaria. Esperan que Lisboa sea su siguiente parada. "Iré aunque me cueste el divorcio", bromea Carlos Asín. No hay que llegar a tanto, aún más cuando los Alifantes son en sí una gran familia. Si se mira su listado de socios el enlace de los apellidos demuestra un fuerte vínculo genético entre sus miembros. Los que no son familia real es como si lo fueran. "En la peña entra todo aquel que sienta el zaragocismo. No nos gusta excluir a nadie, pero tampoco que se apunten sólo por que sí", comenta Asín. Daniel Sánchez es el socio más pequeño, ya que nació el pasado 13 de octubre.

El orgullo

El orgullo de Los Alifantes son sus trofeos. Desde su fundación y como tradición anual, la peña entrega unos premios especiales. El escultor Miguel Cabré es el responsable de las esculturas que se entregan al mejor jugador zaragocista y al más carismático de la temporada, el premio honorífico y al mejor jugador aragonés. Los trofeos son un elefante vestido del Zaragoza. Pero quizá sea el Trofeo Andrés Lerín, un busto del mítico portero de los Alifantes, que se otorga al mejor guardameta aragonés del año. Nombres como Cani (en tres ocasiones), Pina, Gustavo López, Kily, Savo, Toro Acuña, Láinez, Cedrún o Aguado, entre otros, tienen alguno en su casa. La peña ha demostrado su humanidad con la entrega del Alifante honorífico Aspanoa o Calvo Pedrós. Un gesto que les define como grandes.