La historia se repite al mismo tiempo que el trasero ya empieza a quemarle mucho al Huesca. Otra vez posiblemente mereció más que el Villarreal en otro duelo a vida o muerte, pero el resultado final resulta ser un coma cada vez más irreversible. El empate (1-1) es a todas luces insuficiente, como todos los anteriores. A pesar de todo, Chimy Ávila (otra vez) salvó los muebles para mantener un mínimo hilo de vida.

Las matemáticas, los números puros y duros, dicen que el Huesca no está descendido, pero sí que puede estarlo la próxima semana en El Alcoraz contra el Valencia. Ahí sí que sí no hay más opciones que ganar, que ir a por todas, sin medias tintas como hasta ahora. Todo ello siempre y cuando no ganen antes el Girona, Celta y Levante, porque entonces saltará al campo ya como equipo de Segunda División.

El equipo altoaragonés jugó con los nervios del Villarreal, que con el paso de los minutos fue menos fiel a su estilo y se achicó atrás confiando en su defensa. El Huesca, que volvió a hacer una primera floja y demasiado contemplativa, espabiló como acostumbra en el segundo acto para empatar y estar a punto de ganar. Pero en eso se volvió a quedar, en un casi que no vale para casi nada, valga la redundancia.

Pareció en los primeros diez minutos que al fin el Huesca iba a salir a comerse al rival desde el principio después de pregonar a los cuatro vientos que este partido también era una final. Pero nada, le duró poco y esperó a los minutos finales, cuando sabe jugar con la presión de su adversario. Más fácil hubiera sido el desarrollo del partido si Chimy Ávila hubiera podido driblar a Andrés Fernández en un mal pase atrás de Funes Mori que cazó el argentino algo forzado. La contestación llegó enseguida por parte de Samu Chukwueze, que tiró flojo desde la esquina del área.

Aunque fue decreciendo el ímpetu ofensivo del Huesca, al menos no permitió que el Villarreal lanzase a sus balas hacia el ataque. Limitó las contras y permitió cada vez que el conjunto amarillo jugase más lento y posicional. Fornals chutó a puerta flojito y Chukwueze volvió a probar tras recortarle a Javi Galán, pero esta vez el zurdazo se marchó a las nubes. Fue creciendo el equipo amarillo con el balón, sintiéndose más cómodo, pero sin ninguna claridad en la definición.

LA FE NO BASTÓ

El encuentro discurrió entre la timidez y el miedo a caer hasta que Fornals, a la media hora, se inventó un golazo de crack, de clase y de calidad. Condujo Chukwueze por el centro en una incursión, superó a Pulido y se la puso al medio al castellonense, que se sacó de la chistera una rabona que batió al meta.

El Huesca pasó de estar esbafado a recuperar la chispa con el gol en contra. Comenzó a crecer y a creer, especialmente desde el flanco izquierdo. Javi Galán y Ferreiro formaron una sociedad hecha por y para bombardear el área amarilla hasta que alguna cayera. Enric Gallego remató de cabeza ligeramente alto y Herrera tiró muy liviano entre palos antes de que el catalán chutase de chilena sin portero tras una indecisión de la defensa amarilla, pero lanzó muy arriba de la portería.

No cambió mucho la película en la segunda mitad. El Villarreal se pertrechó buscando alguna contra y el Huesca siguió cargando el juego por la izquierda. Así hasta que a la hora de juego Francisco retiró del campo, ante la sorpresa general y del propio protagonista, a Enric Gallego para dar entrada a Cucho. Extraño cuanto menos retirar al segundo máximo artillero lanzando balones al área por arriba.

Transcurrió el Huesca por unos minutos en los que pasó de generar poco peligro a nada, pero a 20 minutos de la conclusión sí que se fue con todo arriba a por el Villarreal. Moi Gómez no aprovechó un rebote en el área para marcar, pero sí que le sirvió el balón desde la zurda a Chimy Ávila. El oportunista del Huesca voleó con la zurda sin piedad para empatar y dar vida a los suyos. La culminación del plan la tuvo Cucho Hernández en un calco de la jugada del gol, pero esta vez repelió con el pecho Andrés Fernández.

El encuentro enloqueció y se quedó sin centro del campo. Completamente roto. Chimy de cabeza tuvo el triunfo y Pulido, ya en el descuento, tuvo que detener y atropellar a Fornals, que se iba solo ante Santamaría. El toledano tuvo que autoexpulsarse para no perder un punto. La fe esta vez no bastó y esa misma esperanza se está diluyendo a marchas forzadas. Son siete puntos a falta de nueve y una victoria en nueve partidos. Queda un hilo mínimo de vida y la Primera se acaba.