El Tour tiene desde ayer candidato al triunfo final. Y no es sólo Lance Armstrong. En el mejor examen para la cronoescalada a Alpe d´Huez, donde puede decidirse la ronda francesa, en las entrañas del más extraordinario Mont Ventoux, Iban Mayo sacó matrícula de honor. Mejor, casi imposible. En la etapa reina del Dauphiné Libéré, en 21 kilómetros de contrarreloj, el líder del conjunto Euskaltel pulverizó el cronómetro, le sacó nada menos que dos minutos a Armstrong y batió el récord de ascensión al Ventoux, incluso los registros firmados por los mejores genios de la escalada de todos los tiempos en la mismísima ronda francesa.

Mayo se encontró ayer con el paisaje que quería, con un Ventoux poblado de aficionados --40.000 cifró la gendarmería--, con asfalto nuevo y con 33 grados de temperatura. Mucho bochorno. Se respiraba un calor inhumano, sobre todo para Armstrong, que se esforzó al máximo, que probó el material para Alpe d´Huez, como unas ligerísimas ruedas de carbono especialmente fabricadas para él, y que volvió a demostrar lo mismo que le sucedió en el pasado Tour, cuando Jan Ullrich le puso contra las cuerdas.

Armstrong no soporta el calor. Sus cuatro primeras victorias en París estuvieron acompañadas de tiempo fresco y variable. El año pasado sucumbió a la ola de calor europea y casi pierde el Tour en la contrarreloj de Albí y en la primera etapa en los Pirineos, con temperaturas de 40 grados. Todo lo contrario que Mayo quien, además, ha mejorado notablemente en el llano, lo que le hace perfilarse como serio aspirante al Tour. "Ahora mi objetivo es no perder la forma hasta el Tour", confesó el líder del Euskaltel. Jesús Losa, su médico, adelanta que sólo está al 80%. Lo dicho. Para asustar a Lance Armstrong.