--Llegó del Deportivo, donde había ganado una Copa del Rey y casi una Liga. ¿Era un paso adelante venir al Zaragoza?

--Sin lugar a dudas. El Zaragoza era un gran equipo, que estaba progresando y luchando con los grandes. Era un club muy apetecible, que venía de ganar la Recopa y en el que todos los jugadores querían jugar. En aquella época era una entidad muy bien estructurada, que cada poco siempre ganaba algo, una Copa del Rey o un título europeo. Era de lo mejorcito que había.

--Fue pisar Zaragoza y ser convocado con España. Vaya inicio.

--Sí, casi antes de empezar a jugar. Camacho me conocía muy bien. Fue empezar con muy buen pie: llegar a un equipo nuevo, ser titular e ir convocado con la selección.

--Jugó casi siempre de titular.

--Jugué con todos los entrenadores, a pesar de que la exigencia era máxima. Ya sabemos cómo es Zaragoza, tiene un público muy exigente, al que no le vale cualquier cosa y eso los jugadores lo saben.

--En su segundo año, llegaron con opciones de ganar la Liga a la última jornada...

--Era una posibilidad remota, pero fue una de las mejores temporadas que yo he vivido y, probablemente, de las que se hayan hecho en Zaragoza. Fue un año fantástico, que no estaba dentro de los cálculos, porque el Zaragoza era un gran equipo, pero había algunos por delante como el Barça, el Madrid, el Valencia, el Atlético...

--Luego el Madrid ganó la Champions y a ustedes eso les dejó fuera de ella.

--Hicimos méritos suficientes para haber jugado esa competición al año siguiente, pero por una cuestión que no estaba bien consensuada nos quedamos fuera.

--Hubo una 'venganza previa' con el 1-5 del Bernabéu...

--Muy pocos jugadores pueden decir que hayan ganado 1-5 en el Bernabéu. Recuerdo aquel partido como si fuera ayer. Es que jugamos un partido excepcional, excepcional. No es que quedaramos 1-5, podíamos haber quedado 1-8, fue un auténtico recital.

--La 00-01 fue una campaña de contrastes. El equipo se salvó en la última jornada, pero ganó la Copa. Todo contra el Celta.

--Nos costó sacar el objetivo adelante y luego nos encontramos en la final de Copa contra un equipazo. Y eso nos vino muy bien; el Celta era el favorito y por el Zaragoza no apostaba nadie. Salimos a La Cartuja y tres cuartas partes del estadio iban con el Celta, pero al final la Copa la ganamos nosotros.

--Mostovói, Karpin, Gustavo López... No suena mal.

--Sí, tenían un equipazo espectacular y jugaban muy bien al fútbol con Víctor Fernández. Por eso le doy más valor todavía a la consecución de aquella Copa.

--Al año siguiente, el club fichó a Drulic, Bilic y Galletti, pero se descendió. ¿Qué pasó?

--Nadie tiene una explicación para cuando las cosas salen bien o mal en el fútbol. Seguíamos teniendo un buen equipo, no para descender ni mucho menos, pero se dieron unas circunstancias y todo acabó con el descenso en Villarreal. Lo arreglamos rápido.

--Era internacional y tendría ofertas. ¿Por qué se quedó en Segunda con el Zaragoza?

--Por mi manera de ser. Hablé con el presidente y le dije que yo no tenía el pensamiento de irme, que si ellos iban a hacer un proyecto para ascender, yo quería ser parte de él. Yo venía de ser internacional y me sobraban equipos, pero no me sentía bien marchándome, me sentía responsable del descenso. Me alegro de aquella decisión, en aquel momento fui consecuente con un club que me trató fenomenal. Lo que se rompe, se paga, decía mi padre. Hay poco compromiso en el fútbol.

--¿Qué entrenadores le marcaron más aquí? Con Chechu Rojo conectaba bien...

--Sí, posiblemente también por el tiempo. Luego lo volví a tener en el Rayo y creamos una amistad fuerte. Fue el artífice de que estuviéramos a punto de ganar la Liga. Y también, aunque estuvo muy poco tiempo, Luis Costa. Nos dio tranquilidad en un momento muy difícil para el club. Son dos entrenadores importantes en mi carrera.

--Se acuerda de aquel 'somos los gilipollas de la Liga' que dijo tras un penalti injusto que le pitaron ante el Madrid.

--Sí. Soy una persona que ha hablado siempre muy directo. He dicho siempre lo que he pensado, aunque eso te mete alguna vez en algún lío.

--¿Aguado-Jémez fue la mejor pareja de centrales de la que ha formado parte?

--Sí. Teníamos mucha afinidad tanto dentro como fuera del campo, incluso nuestras mujeres eran íntimas amigas y nuestros hijos se criaron juntos. Creamos unos vínculos afectivos muy fuertes y eso se notaba en el campo.

--Eran dos centrales con características diferentes.

--Nos complementábamos muy bien. Para mí, Xavi es uno de los mejores centrales que ha tenido el Zaragoza en toda su historia, por no decir el mejor. Jugar a su lado era muy sencillito. Te llevaba, te guiaba, te ponía... Yo lo que hacía era complementarlo. Él sabía qué virtudes tenía yo y yo cuáles tenía él, por eso encajamos tan bien.

--Estuvo en la Eurocopa del 2000, la del famoso penalti de Raúl contra Francia...

--Aquel penalti nos servía para ir a la prórroga y mi sensación era que habríamos podido con Francia, que había llegado bastante cansada al final del partido. Una vez más, los penaltis se cruzaron en mi carrera: perdí una liga por el penalti de Djukic y nos echaron fuera de la Eurocopa por un penalti. Fue una pena, porque creo que si hubiéramos pasado, en aquella Eurocopa podíamos haber hecho mucho.

--Hace mucho que no hay un internacional en el Zaragoza...

--Es una pena, porque no solo da prestigio al jugador, sino también al club. Ahora el Zaragoza está en una época dura; siempre ha sido un club puntero.

--Esta semana se ha vendido el club. ¿Ha seguido sus problemas extradeportivos?

--Si esta venta sirve para que todo se tranquilice y para que las cosas se hagan bien, bienvenida sea. A veces los problemas extradeportivos afectan mucho a los deportivos y el Zaragoza lo está viviendo. Hay que luchar, porque tengo claro que de aquí a poco tiempo si las cosas salen bien todos lo que hemos sido zaragocistas y apreciamos a este club podemos ver al Zaragoza donde se merece.

--El grupo comprador dijo en un principio que quería que usted fuese el entrenador. ¿Hubo contactos?

--No. Ni sé quiénes son ni se han puesto en contacto conmigo. No digo que esa información no sea cierta, puede que esa idea estuviera en su mente, pero a mí no se han dirigido.

--¿Algún día le gustaría entrenar al Zaragoza?

--Cuando me hice entrenador dije una cosa: que me gustaría entrenar en todos los equipos en los que he estado como jugador. Lo he conseguido con el Córdoba y con el Rayo. Me quedaría el Murcia, el Deportivo, el Zaragoza... Es una forma de recompensar la confianza que pusieron en mí cuando era jugador. No sé si eso se va a cumplir, los caminos de un entrenador son inescrutables (ríe). Lo que está claro es que si algún día los caminos del Zaragoza y los míos se cruzan de nuevo, estaré encantado, espero poder ayudarle.

--¿Llegó en algún momento a estar cansado del fútbol?

--Sí, cuando decido retirarme es porque estoy saturado por muchas cosas; hubo un proceso que lo aceleró todo. Si hubiera acabado de otra manera, hubiera seguido, porque yo físicamente me encotraba fenomenal, pero lo que sufrí con la familia Ruiz Mateos me minó mucho. Me retiré con 34 años, pero hubiera podido aguantar cuatro o cinco años más. Me cuidaba mucho.

--Como dice, era un central físico y también duro. Sorprende su ofensiva apuesta futbolística...

--No sé por qué. A mí siempre me encantó ver jugar bien a mi equipo. Ya cuando era jugador, no es algo que me venga ahora por ser entrenador. He estado en grandes equipos del Dépor y del Zaragoza, donde jugábamos bien al fútbol. No tiene nada que ver la manera en que yo me desenvolvía en el campo con mi idea respecto a la forma de jugar de un equipo.

--¿Hubiera preferido ser un medio creativo en vez de un central?

--No. A mí me encantaba mi profesión. Era mi trabajo y no lo quería cambiar por ningún otro. Hoy en día los defensas no aman su profesión. Yo lo digo a los jugadores que antes lo más bonito era defender, veías que los defensas se dejaban la vida para hacer su función. Ahora, como los entrenadores queremos que sean los primeros atacantes y que saquen el balón, parece que le tienen menos cariño a defender. A mí siempre me ha gustado salir a un campo, medirme ante un delantero y ver quién podía más.

--¿Con qué delantero recuerda la batalla más dura?

--Era una época con grandes delanteros como Romario, Ronaldo, Bebeto o Raúl, pero guerras había con todos. Antes se permitía ser un poquito más duro, que hubiera más contacto, y esas luchas eran mucho más bonitas de lo que lo son ahora.

--Todo el mundo habla del buen juego del Rayo, pero cuando ese estilo les costaba goleadas las críticas eran duras. ¿Se llegó a plantear cambiar de idea?

--No. Si me tienen que cesar, que sea por hacer aquello en lo que creo. Tengo mi manera de ver el fútbol y me dan igual los resultados. Los presidentes que me firman ya lo saben. Hubo una época en que los resultados no llegaban y las críticas venían de todos los lados. Mis jugadores y yo dimos un paso adelante, ellos me dijeron: 'no vamos a cambiar, vamos a seguir haciendo lo que tú digas'. Si vuelve a pasar este año, haremos lo mismo.

--Salvar al Rayo jugando bien debe ser un gustazo...

--Estamos haciendo unas temporadas espectaculares con el presupuesto más bajo con mucha diferencia, pero más que los puntos, es la forma en que los conseguimos. Que todo el mundo diga: 'joder, cómo jugáis' o 'vais a jugar contra el Barça y les quitáis el balón'.... Esas son las cosas que me enorgullecen como entrenador.