Suráfrica, el mundo entero, el circo de las dos ruedas, los motards de mil países conocieron ayer a los que seguro que serán los dos pilotos más grandes de este inicio de siglo.

A uno, el italiano Valentino Rossi, ya lo conocían de sobras. Ha sido el mejor, el más grande, el más triunfador, allí donde ha estado: en 125cc, en 250cc, en 500cc y en MotoGP. Y, por lo que ocurrió ayer, cuando arrolló con su nueva Yamaha M1, también parece dispuesto a pasar a la historia como el tipo que arrasó con Aprilia, Honda y, desde ahora, con Yamaha. Es más, gana más de la mitad de las carreras en las que corre. Con facilidad. Casi soplando. Desde luego, silbando.

ADMIRACION MUTUA El otro, un niño nacido en Castellar del Vall¨s que los de Sabadell quieren hacer suyo, un muchacho al que mamá Basi alimentó, dicen ahora, con Cola Cao y papá Antonio llevaba a los circuitos casi en cochecito tras limpiar el serrín de su taller de ebanistería, lleva años demostrando al mundo que quiere ser como su ídolo. Es más: fue Rossi, el gran dios de las dos ruedas , el primero en señalar a Dani Pedrosa como su heredero. Fue el doctor quien dijo, junto al muro de 125cc --Rossi siempre iba a ver las salidas de Dani, siempre--, que ese niño pequeño, ligero, acabaría comiéndose el mundo en silencio.

Pues bien, ayer, bajo un sol de justicia y una hora antes de que Rossi se riese del mayor imperio motociclístico existente, es decir, de Honda, Pedrosa se convirtió en el salvador de la marca, en su mayor representante en la élite mundial. Poco antes de que Yamaha ridiculizase a Honda en MotoGP, Pedrosa elevó a los altares a la nueva Honda de dos y medio con una exhibición que muy pocos podrán olvidar. Porque no sólo ganó en la última última vuelta, en la última curva, al gran favorito, el francés Randy de Puniet (Aprilia), vencedor en todos los entrenamientos de pretemporada, sino que lo hizo 141 días después de romperse los dos pies, ¡los dos!, en los ensayos del GP de Australia, el pasado 17 de octubre, justo una semana después de convertirse en el rey de 125cc.

Si Rossi rompió todos los récords habidos y por haber, Pedrosa, su amigo, su clon, su ídolo, lleva camino de conseguirlo. El pupilo de Alberto Puig se convirtió ayer en el ganador más joven de la historia del dos y medio . Pedrosa ha ganado su primera carrera en la categoría del cuarto de litro sin pensar en la lesión y sin acusar el salto de 125cc a dos y medio . "Yo, que las he visto de todos los colores, puedo asegurar que este niño lleva camino de convertirse en el más grande piloto español de todos los tiempos. Y Dios sabe que adoro a todos los que nos han precedido en el intento", dijo emocionado, llorando, Alberto Puig, tras recibir las felicitaciones de todo el paddock , empezando por Kenny Roberts y Sito Pons, dos campeones míticos, y el propio Sete Gibernau.

Pedrosa ha ganado su primer gran premio de 250cc con 18 años y 203 días, es decir, siendo 24 días más joven que el británico Alan Carter, que en 1983 ganó el GP de Francia con 18 años y 227 días.

Pedrosa se lesionó el 17 de octubre del 2003. Se pasó días, semanas, meses, llorando de dolor, viajando en taxi a los gimnasios, a la piscina del CAR de Sant Cugat, donde su fisioterapeuta, Dani Sunyer, el mismo de Sete Gibernau, lo machacaba en el agua para que recuperase la movilidad de sus tobillos. El 6 de marzo se subió a la Honda en Valencia y admiró a medio mundo. No sólo resistió el esfuerzo: voló. Y metió miedo a todos. Y Puig ya empezó a alucinar.

CONTRAPRONOSTICO Los pronósticos decían que iba a ganar Randy de Puniet o Sebastián Porto. Los pronósticos no contaban con Pedrosa. Se equivocaban. De Puniet se fue, sí, pero lo cazó Pedrosa. Se fue Porto, pero se salió de la pista y ya no llegó a tiempo. Quien sí llegó a tiempo fue Pedrosa y allí, ante las lágrimas de los suyos, realizó una de sus clásicas últimas vueltas.

Dani dejó que De Puniet liderara el inicio de la última vuelta para pasarlo antes de la penúltima curva --"si le dejaba entrar primero, por dentro, me cogería ventaja en la penúltima recta"-- y luego, en la última curva, matarlo . Perdón, lo pasó. Lo superó. Así son los campeones.