No es nada nuevo de este año porque ya existía en el anterior. El CAI de Quintana ha heredado un peligroso tic del equipo que se quedó a un partido del ascenso en Granada. El descontrol, la incapacidad para manejar distancias, para controlar el tempo de los partidos que martirizó al CAI 2003-2004 no se ha erradicado en el tercer proyecto del club, y se ha puesto ya de manifiesto de forma evidente en los partidos contra el Algeciras, el Cáceres y León. "Hemos de ser más listos y saber correr cuando hay que correr, parar cuando hay que parar, jugar largo cuando hay que jugar largo, buscar al hombre que interesa en cada momento. Vale que se nos escape una ventaja clara un día, o dos. Pero es que se nos escapan todos los días. Eso no puede ser. Hay que controlar mejor los partidos", reflexionó ayer Jesús Cilla, todavía con la herida de la última derrota abierta.

El problema del descontrol en el juego, que se ha multiplicado después de la ausencia de Galilea y el mayor protagonismo de Ciorciari, está unido a las dificultades defensivas. "No creo que el gran problema sea solamente defensivo. Hay que mejorar, eso está claro, pero no podemos mandar por 15 puntos cuando faltan cuatro minutos para el descanso y que el rival tenga un triple para que nos vayamos empatados al descanso. No estamos sabiendo controlar el juego", añadió el alero de Alagón.

Eso es lo que sucedió en León. Anteriormente, el CAI había padecido una situación similar contra el Cáceres y el Algeciras. "Creo que es un problema mental. Todos los integrantes del equipo estamos capacitados para defender. Lo que hay que hacer es ponerse. Cogemos ventajas con facilidad e, inconscientemente, nos relajamos", explicó Urtasun, que le robó minutos y protagonismo a Ciorciari en la dirección en Cáceres. "Es verdad que hemos de saber llevar mejor las ventajas y, también, perder menos balones. Va todo junto", cuenta el escolta. El CAI ha perdido 82 balones en cinco jornadas, 16 por partido, una cifra inadmisible para un equipo fiable.