El Madrid se tambalea y amenaza con desplomarse. El batacazo sufrido en el Lluís Companys en la final de la Copa ha puesto patas arriba al conjunto blanco. Nadie termina de encajar el tremendo varapalo de verse privado de un título que se esperaba desde hacía 11 años. Los jugadores andan con la lengua fuera en el aspecto físico y han perdido la fe en Carlos Queiroz, que ha echado un gran borrón a su continuidad en el club. Ante el Zaragoza, el técnico decidió morir con sus galácticos y demostró su escasa capacidad de reacción, algo de lo que han tomado buena nota los dirigentes blancos.

El gol de Luciano Martín Galletti en la prórroga de la final hizo saltar por los aires un proyecto encaminado a ganarlo todo y que ahora se ve cargado de dudas. Queiroz está en el punto de mira. El crédito que el técnico portugués se había ganado en los últimos encuentros saltó por los aires tras su decisión de mantener a sus estrellas por muy mal que estuvieran algunas de ellas y no improvisar nada para frenar las acometidas del equipo de Víctor Muñoz.

ESCASO CREDITO Las críticas de Valdano al juego del equipo cuando jugaban con un hombre más que el Zaragoza demuestran el escaso crédito que le queda al entrenador portugués. Consciente de ello, Queiroz apeló a su conocida estrategia de devolver el golpe para defenderse.

"Tenemos una realidad que todos conocen. En este partido eran necesarias la calidad y la experiencia. No era un día para aprender. En el banquillo había jugadores muy jóvenes", dijo el técnico portugués en Radio Marca, quien luego aprovechó para lanzar un velado mensaje crítico hacia la junta. "En diciembre tuvimos la oportunidad de hacer las correcciones que necesitaba el equipo, pero decidieron que termináramos la temporada con esta plantilla y no perdí tiempo en pensar en ello, sino en aumentar la autoestima de los jugadores", afirmó Queiroz. Pese a esos argumentos, el entrenador admitió su responsabilidad en la final de la Copa del Rey. "Asumo toda la culpa", dijo Carlos Queiroz, aunque se justificó inmediatamente. "Mi equipo juega con los mejores hombres que tenemos".

BAJO MINIMOS Los jugadores siguen bajo mínimos tras perder la Copa. Han entrado en el momento cumbre de la temporada y no tienen una base sólida a la que agarrarse. La enfermiza dependencia de Casillas, atrás, y de Ronaldo, arriba, les lleva a sentirse huérfanos cuando faltan ambos jugadores. A eso hay que unir una mala condición física, motivada por la falta de rotaciones y por un calendario muy cargado.

Nadie se había repuesto ayer del golpe. "El vestuario está mal. En estas situaciones las caras no son alegres. Hay un sentimiento general de decepción. Hemos perdido dos finales de Copa en tres años, pero hay que resurgir", afirmó César. El portero apeló a esa inmediatez que tiene el fútbol para dar la vuelta a una situación. El futuro, sin embargo, no parece muy halagüeño. Mañana les espera el Athletic en San Mamés. Una derrota en Bilbao y un triunfo del Valencia situaría al equipo levantino a un solo punto del liderato. De ello es consciente el vestuario del Madrid. "El sábado nos jugamos la Liga. Luego habrá tiempo de pensar en otras cosas", avisó el guardameta César.

El Real Madrid iba esta temporada a por los tres títulos. Acaba de perder uno y el segundo, la Liga, se ve amenazado por las estrecheces de una plantilla que suele ir a por el trozo más grande de la tarta, la Champions. Pese a esas palabras del portero extremeño, el Madrid corre el peligro de pasar de puntillas por el encuentro de mañana frente al Athletic, con el objetivo de reservar las pocas fuerzas que le quedan para el choque del próximo miércoles ante el Mónaco de Morientes de la Liga de Campeones. Tal medida responde a la dinámica habitual de un equipo que suele poner sus miras en el torneo europeo.