Las amargas quejas de Savio por el mal estado de los terrenos de juego en la Ciudad Deportiva nada más lesionarse en el tobillo el pasado jueves son unánimes en la plantilla del Real Zaragoza. Algunos con resignación y otros con protestas ostensibles, reconociendo que son impropios de un equipo de Primera, pero todos admiten que es imprescindible que los campos mejoren cuanto antes. "No es sólo su lamento después de lesionarse, todos decimos lo mismo. Tiene toda la razón y hay que tomar medidas, porque hay mucho dinero en juego y el césped, el material y lo que necesitamos para trabajar debe estar en perfectas condiciones", admitió Movilla, que no acierta a explicarse cómo el terreno de juego en el que se hace "el 70% del trabajo que prepara el entrenador es prácticamente un campo de arena".

Ese campo al que se refiere el centrocampista madrileño es donde se lastimó el tobillo izquierdo Savio y donde habitualmente juega el filial zaragocista, además de desarrollar tanto Víctor Muñoz como anteriormente Paco Flores el mayor volumen de trabajo del primer equipo. Con pozos, un firme irregular y desniveles, ese terreno de juego es una invitación a las lesiones que casi por intervención divina no se están prodigando demasiado.

SITUACION INEXPLICABLE "Esto nos perjudica a todos y es inexplicable. Tienen que arreglarlos. Están un poco mejor que al principio de temporada pero ahí no se puede entrenar", añadió Galletti, que como sus compañeros reconoció que el mejor de los siete campos que hay en la Ciudad Deportiva es el situado en el centro de la instalación junto a la parte principal de los vestuarios, pero "ahí no se puede hacer fútbol porque no tiene las dimensiones".

Las críticas en otros futbolistas eran menos duras, aunque nadie niega la evidencia. "Los campos no están bien, sólo hay que ir a verlos, pero es lo que hay", señaló Cani, mientras que Villa admitió la irregularidad del terreno donde se ejercitan. Para Soriano, la época del año dificulta contar con unos terrenos de juego en unas perfectas condiciones. "Si llueve, al pisar se estropean algo y es complicado recuperarlos. Está claro que esto puede acarrear alguna lesión, pero nosotros no podemos hacer nada contra eso. La decisión en ese sentido no es nuestra", afirmó el centrocampista.

Está claro que es el club el que debe tomar cartas en el asunto, algo que ya hizo en pretemporada cuando el estado del césped de la Ciudad Deportiva --y también de La Romareda-- era patético. La justificación, más o menos creíble, fue el fuerte calor, pero tras una mejoría evidente, la situación, sin ser tan grave, es aún vergonzosa para un club de Primera. "Estas cosas corresponden al club y ellos mismos se tienen que haber fijado en cómo están. Ya los mejoraron hace un tiempo y ahora también lo deben hacer. Con poner un poco más de atención esto se mejora fácil", sentenció Leo Ponzio. Habrá que ver si le hacen caso a él y al resto de sus compañeros.