Alemania sigue dando pasos para tratar de atajar uno de los mayores problemas que vive el país: la dificultad para acceder a una vivienda digna asequible. Apenas dos semanas después de presentar una ley contra el incesante incremento del alquiler, esta semana el Gobierno ha presentado una nueva medida que va en la misma dirección y que impulsará la construcción de hasta 1,5 millones de pisos nuevos y las ayudas para la compra.

Consciente de que la falta de acceso de los ciudadanos a viviendas dignas ha erosionado el «bienestar social», el ejecutivo encabezado por la cancillera alemana Angela Merkel se reunió con un centenar de representantes de la Administración y el sector privado para formular una respuesta al problema.

Ese plan de trabajo incluye la creación de «más de 100.000 viviendas sociales extra» hasta el 2021, según apuntó el ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz. Para ello se destinarán 5.000 millones de euros de las saneadas arcas alemanas y serán los Estados federados los responsables de la construcción. «Es necesario que sean asequibles», apuntó.

Por otro lado, el documento de 14 páginas elaborado también contempla una partida de 2.700 millones de euros que se destinarán a ayudas a los alemanes para que puedan comprar su primer piso. Entre las nuevas ayudas hay prestaciones de 1.200 euros anuales durante una década para aquellas familias con un hijo menor de edad que quieran adquirir una vivienda así como un aumento de los subsidios para los más pobres.

RENTAS ELEVADAS / El pacto para acelerar la construcción de vivienda también sonríe al sector privado. Así, el Gobierno ha acordado desregular y simplificar los trámites para la construcción y sacar más terreno edificable al mercado mientras ha prometido incentivos para los promotores de vivienda. Según el Instituto Económico de Colonia el país necesita construir alrededor de 380.000 apartamentos nuevos cada año hasta el 2020 para corresponder los niveles de demanda.

CULTURA DEL ALQUILER / El mercado inmobiliario alemán ha basado tradicionalmente su modelo en una arraigada cultura del alquiler. Así, no es de extrañar que Alemania tenga la tasa más baja de vivienda de propiedad de toda la UE, del 45%. Aunque durante un largo periodo el mercado fue una balsa de aceite, en los últimos años los bajos intereses, la especulación de los inversores y la lentitud en la nueva construcción para una demanda creciente llevó a un disparatado aumento de los precios que ha perjudicado a esa cultura del alquiler y a los ciudadanos.

Desde el 2010 el coste del alquiler se ha disparado hasta un 60%, un porcentaje más elevado en las grandes ciudades del país, siendo Berlín un paradigma de ello. En proporción al sueldo de sus habitantes Alemania tiene la carga de ser el cuarto país del mundo donde el alquiler se encarece más rápido.

Eso ha abierto una brecha que ha limitado a una élite el acceso a vivienda digna, perjudicando especialmente a las rentas bajas. «La vivienda es una importante cuestión social que afecta a todos y que daña la cohesión», ha aceptado Merkel.

El problema de los alquileres deviviendas es global y sus precios se están disparando en toda Europa, obligando alos gobiernos a tomar medidas que permitan a las familias acceder a viviendas dignas y más baratas de lo que se están ofreciendo en la actualidad en muchas ciudades del viejo continente, según reconocen los propios países.