El equipo de la inminente vicepresidenta tercera del Gobierno, Yolanda Díaz, y la plana mayor de negociadores de patronales y sindicatos retoman este miércoles la mesa de diálogo social donde debatir el desmontaje de la reforma laboral del PP. Y la contrarreforma que debe ocupar ese vacío. Tras un año con las mesas paradas debido a la emergencia de la pandemia, los agentes sociales vuelven a negociar sobre subcontratación, ultraactividad, prevalencia de los convenios sectoriales sobre los de empresa y demás aspectos. La principal diferencia en este segundo asalto es que todo ello figura en la agenda legislativa remitida por el Gobierno a Bruselas para este 2021 como acompañamiento al despliegue de los fondos europeos: la cuenta atrás ha comenzado.

El primer dilema que las partes deberán abordar son los tiempos y el formato de las negociaciones, si estas irán saliendo por partes o si no se aprobará ninguna hasta que se haya consensuado todo el 'pack'. Mientras CCOO y UGT son partidarios de la primera vía, la CEOE espera no salirse de la segunda. Este miércoles comenzarán a marcar esa hoja de ruta, aunque con la espada de Damocles que señaló la ministra de Trabajo en su última entrevista con EL PERIÓDICO: "Derogaremos la primera parte de la reforma laboral este 2021. ... Lo que llevo a Bruselas lo voy a hacer".

Los sindicatos han manifestado su predisposición al esquema 'Jack el Destripador' (como reza ese clásico de los Estopa) e ir "por partes". El secretario general de CCOO, Unai Sordo, marcó posiciones en la previa de la reunión. En un primer bloque la central aboga por eliminar "los aspectos lesivos que atacan la negociación colectiva" y que limitar aquellos que permiten a la empresa modificar unilateralmente las condiciones de trabajo o salariales de sus empleados. Y en un segundo bloque aquellos referentes a la reformulación de las condiciones de contratación y estabilidad en el empleo.

La patronal, por el contrario, pretende imponer un ritmo pausado en unas negociaciones en las que, necesariamente, o deberán realizar concesiones o desmarcarse de las mismas. La pretensión de los negociadores de la patronal, según fuentes de la misma, es pactar un 'todo', para poder compensar la magnitud de unas reformas con otras.

La contrarreforma a la que se ha comprometido Yolanda Díaz con la UE es un campo en el que los sindicatos prácticamente solo pueden ganar terreno y la patronal cederlo, en perspectiva a las posiciones fijadas por Mariano Rajoy en el 2012. El partido se jugará en cuánto consiguen presionar los primeros y hasta que punto pueden los segundos condicionar el acuerdo, con la amenaza de levantarse de la mesa dependiendo de la magnitud del mismo. "Esperemos que se puedan llegar a acuerdos y si no se llegan a acuerdos, el sindicato exigirá al Gobierno que tome medidas", afirmó el líder de CCOO en la previa del reinicio de las conversaciones.

Las 4 claves de las negociaciones:

1. Negociación colectiva

El eufemismo que han acuñado desde el Ministerio de Trabajo para uno de los principales bloques de su contrarreforma laboral es la "modernización de la negociación colectiva". Esta consiste en la recuperación de la ultraactividad, es decir, que un convenio colectivo no decaiga si empresa y sindicatos no consiguen pactar uno nuevo. Queda por ver si dicha ultraactivdad (ahora de un año) pasará a ser indefinida o se ampliará el periodo de vigencia.

La prevalencia de los convenios sectoriales sobre los de empresa es otro elemento. Esto es que un pacto individual en una empresa nunca puede ser dejar en peores condiciones a los trabajadores respecto al convenio sectorial. Actualmente hay empresas que compiten con salarios a la baja a través de sus propios convenios. La incógnita en este punto es si Trabajo recuperará la prevalencia en las mismas condiciones que antes del 2012 o equiparará solo algunos aspectos.

La tercera pata de este taburete es la modificación sustancial de las condiciones de trabajo de manera unilateral por parte de la empresa. La negociación versará en función de como de limitada quedará esta competencia.

2. La incógnita de la subcontratación

La subcontratación se erige como uno de los puntos más calientes de la negociación que reinician este miércoles los agentes sociales con el Gobierno. La patronal no ve con buenos ojos tocar este tema y no está clara la amplitud de la reforma que pretende Trabajo, mientras los sindicatos denuncian que la subcontratación es una puerta a la rebaja de las condiciones de trabajo. Está por ver si la nueva reforma acaba limitando la subcontratación a solo unos supuestos de especialización, si implica una equiparación de las condiciones de trabajo respecto a la empresa principal o qué cariz acaba surgiendo de las negociaciones.

Al ser un tema especialmente espinoso, no sería descartable que dicha cuestión se dilatara en el tiempo y se acabara vinculando no tanto a la carpeta de negociación colectiva, sino a la reforma de la contratación y la estabilidad en el empleo.

3. Tipos de contrato y estabilidad en el empleo

La dualidad en el mercado laboral entre unos trabajadores temporales precarios y unos indefinidos con mejores condiciones, es la eterna asignatura pendiente de España para con Europa. Con el fin de atajarla y reducir los altos índices de temporalidad (ya existían antes de la reforma laboral del PP), Díaz pretende una reformulación de los tipos de contrato, para limitar los temporales y prodigar más los indefinidos. Entre los planes del Ejecutivo está reformar también los contratos fijos-discontinuos y que, en muchos supuestos, estos acaben sustituyendo a los temporales en determinados ramos de actividad, como, por ejemplo, la hostelería.

Las partes deberán dirimir sobre si esta reforma de los tipos de contratos pasa por modificar los costes del despido, modificar los periodos de prueba o el grado de cotización en función del tipo de contrato, entre otros.

4. Los ertes y las alternativas al despido

La consolidación de la figura de los ertes más allá del virus, tras los buenos resultados que ha mostrado durante los últimos 12 meses, es otro de los puntos remitidos por el Gobierno a Bruselas. El compromiso es aumentar el grado de ayudas públicas para aquellos expedientes temporales no vinculados con situaciones de emergencia, pero si de caída de actividad transitorias. El modelo alemán es un referente compartido, para el que el Ejecutivo debería aumentar su aportación de fondos, las empresas y los trabajadores también contribuir mediante cotizaciones y entre los tres pactar compromisos de mantenimiento del empleo y reciclaje profesional en competencias.

Díaz ha insistido en varias ocasiones en que su hoja de ruta para con la estabilidad en el empleo pasa más por incentivar alternativas al despido para las empresas, más que en penalizar en mayor medida o vetar las posibilidades del despido.