Cuando Iberia no ha tenido más remedio que bajar sus precios, obligada por la guerra de tarifas, y ha comenzado a cobrar a sus pasajeros por la comida o por el periódico, Spanair hace justo lo contrario: ha decidido competir con las compañías de bajo coste convirtiendo la clase turista en business para ofrecer a estos viajeros casi los mismos servicios que ahora disfruta la clase preferente. La filosofía de Spanair es sencilla: ¿quién va a querer viajar en otra compañía que ofrece caramelos durante el vuelo cuando, por el mismo precio, puede disfrutar de un trato de business ?

Spanair fue la responsable de que el resto de aerolíneas españolas entraran en la batalla de los bajos precios cuando hace justamente un año se unió a la corriente iniciada por las compañías extranjeras Easyjet o Ryanair y empezó a vender billetes a 30 euros. Actualmente, casi tres asientos de cada diez corresponden a tarifas baratas con descuentos de hasta el 50% como la oferta que recientemente ha sacado Iberia en contestación al tijeretazo de Air Europa.

Pero vender más barato supone para las grandes aerolíneas la necesidad de reducir gastos. Como consecuencia de ello, Iberia y el resto de las compañías europeas han comenzado a recortar el abanico de servicios que, hasta ahora, ofrecían a los viajeros sin costes adicionales.

Gonzalo Pascual, presidente de Spanair, ha detectado esta debilidad en su competencia. Se precia de ser "independiente" y "pionero" en su oficio. "En esto seremos también pioneros, vamos a marcar una senda que otros recorrerán porque lo que recibe la clase turista no está a la altura del precio del billete". "El viajero no está siendo tratado de manera adecuada por la tendencia en otras compañías de reducir gastos a costa de recortar servicios", dijo Pascual.

El programa presentado ayer por Pascual supone un cambio radical en la configuración de los aviones de Spanair. Detrás de la tradicional cortina que separaba a la clase business del resto del pasaje también estará ahora la clase turista. El viajero que pague la tarifa flexible --es decir, el precio completo del billete-- dispondrá de más espacio para sentarse, un servicio de cátering completo, periódicos, acceso a las salas VIP, y el resto de servicios que hasta ahora sólo disfrutaba la clase preferente, pero un 35% más barato. Las diferencias con los pasajeros de business consistirán sólo en que éstos disponen de un asiento libre entre viajeros además de algunas ventajas en su tarjeta de puntos.

El presidente de Spanair calcula que un 40% del pasaje, entre business y turista, estará sentado detrás de la selectiva cortina por lo que deberá retrasarse hasta la fila 28. El resto de viajeros estará compuesto por los que compraron el billete a través de un touroperador y los que se acogieron a un programa de tarifa barata. El truco de Spanair para que los costes no se disparen ha sido suprimir los servicios que hasta ahora disfrutaba el colectivo de viajeros baratos.