Pablo Casado ha subido veloz a los andamios de la estrategia. Apenas les queda tiempo antes de otra cita con las urnas, el 26-M. Le urge apuntalar un proyecto político que amenaza con derrumbe: tiene aviso de fuertes vientos a la diestra (Vox) e, incluso, de un huracán que asoma con desparpajo por el centro-derecha (Ciudadanos). Quien hace tan sólo unos meses sorprendía admitiendo "cosas en común" con Santiago Abascal, repudia ahora a la "ultraderecha" y busca con urgencia las escrituras del centrismo, para proclamar que es suyo y no de Albert Rivera. Ha pecado Casado de exceso de autoconfianza?. Ahí está el resultado del 28-A. La división de la derecha es su responsabilidad?. No o no únicamente.

Los comicios de marzo de 2004, celebrados 72 horas después del 11-M, los perdió un poco el candidato Mariano Rajoy y un mucho quien lo eligió como sucesor, José María Aznar. Fue éste quien, desde Moncloa, difundió que ETA estaba tras los brutales ataques para evitar, a toda costa, que se ligase lo sucedido a la impopular intervención en Irak. Fue él también el que convirtió el homenaje que se le organizó ese mismo año, en la madrileña plaza de Vista Alegre, en una acongojante exhibición de ira masiva por la victoria del PSOE. Comenzó la siembra.

Rajoy se desorientó en la oposición. Autorizó un sinfín de manifestaciones en la calle contra ZP: por su política antiterrorista, por su ley de matrimonio homosexual, por su legislación sobre aborto. Aquel rumbo oscuro, heredero de lo peor del aznarismo, condujo a otra derrota en el 2008 y a que el ala más consevadora del PP, se creciera. Hubo movimientos subterráneos para abrir el paso a Esperanza Aguirre. Y a sus seguidores, entre los que estaba un tal... Abascal. Pero Rajoy aguantó y convocó el Congreso de Valencia de junio de 2008: entendió que debía volver al centro. Un buen puñado de dirigentes abandonó.

"Valencia marcó el rumbo. Recuperamos plenamente la centralidad y empezamos a ganar votaciones en Congreso y Senado ...", rememora Rajoy en su libro 'En Confianza', de Planeta. "Todavía durante bastantes meses, se mantuvieron por un sector del partido y por importantes medios reticencias sobre nuestra estrategia y mi liderazgo ...", añade. Cierto. Federico Jiménez Losantos se convirtió para algunos en un gurú. Para otros, en una pesadilla. Nacieron entonces términos como "maricomplejines" o latiguillos como el de "la derechita cobarde", actualmente reciclado por el líder de Vox, que admite que el cónclave valenciano también fue fundamental para él: presentó allí enmiendas que ya olían a derecha extrema. "En el año 2008 solo fuimos un puñado de locos los que nos enfrentamos al aparato del partido y presentamos una enmienda a la totalidad ...", señala Abascal en 'España vertebrada'. Terminó marchándose primero a trabajar con Aguirre y, después, con los ultras.

En el 2011 Rajoy logró ganar. No tardó en darse de bruces con la crisis en Catalunya. La minusvaloró en la oposición, con su recurso al Estatut, e hizo lo mismo desde el Gobierno. Osciló entre los tribunales y la tecnocracia más anodina, sin pasar por hacer política. La operación diálogo de Soraya Sáenz de Santamaría fracasó. Llegó el 1-O como hermano mayor del 9-N y se puso en marcha el 155. La postura del PP defraudó a tirios y troyanos. Ciutadans, de la mano de Rivera, vio una bandera que agitar en el espacio libre que dejaban los populares. Apostó y reconvirtió su proyecto en otro con aspiraciones nacionales. Surgió Ciudadanos. Y Casado, lejos de pararlo, le ha dado más terreno el 28-A.