El PSOE estaba ayer de fiesta. Llegó Pedro Sánchez (más sonriente, más bronceado y más hecho un pincel que nunca) y mil quinientas personas abarrotaron una de las salas del Palacio de Congresos para escucharle. Casi al mismo tiempo, Inés Arrimadas (seria a ratos, de dulce sonrisa en otros) arropaba a las candidatas y candidatos de Cs en la plaza del Pilar. Al uno y a la otra les escoltaron los aspirantes a gobernar Aragón por sus respectivos partidos, Javier Lambán y Daniel Pérez Calvo, quienes durante la mañana habían protagonizado un singular rifirrafe. El encontronazo se resolvió de inmediato por las buenas. Sirvió para darle color a la jornada, porque ni Pedro ni Inés vinieron a lucirse. Cumplieron y se volvieron a casa.

El amo del PSOE

No hay duda: Sánchez es el líder, el jefe, el amo. Ha conseguido que el PSOE vuelva a ganar unas elecciones tras once años de travesía por el desierto y auténtica muerte cerebral. Así que es aclamado por los suyos, y quienes hace dos años exactamente intentaron impedirle que se hiciera con la secretaría general del partido (por ejemplo el aragonés Lambán) le aplauden y abrazan con el evidente deseo de compartir con él las mieles de la victoria.

Porque ahora es el momento de aprovechar el tirón. Los socialistas saben que si en las europeas, pero sobre todo en las autonómicas y municipales, no mantienen la movilización del 28-A e incluso mejoran aquellos resultados, la cosa se puede poner fea en las grandes instituciones aragonesas. Exhiben fe y ganas, pero...

El propio Javier Lambán se entusiasmó ayer cuando presentaba el programa aragonés de su partido (tres ejes: revertir la despoblación, promover la innovación y potenciar el papel de Zaragoza como gran ciudad), y no se le ocurrió otra cosa que llamar «ese chico de Cs» a su oponente Daniel Pérez Calvo, de quien dijo a continuación que «no tiene ni puta idea» (hablaba de las relaciones comerciales con China). Se armó la correspondiente marimorena, y el del PSOE se dirigió luego al ciudadano aludido para pedirle disculpas. Aquél las aceptó, y punto seguido.

Lo que el bueno de Pérez Calvo no pudo evitar fue aludir en clave irónica al microincidente durante el modestísimo mitin de Arrimadas (no más de doscientos asistentes). La número dos de Cs intervino en su línea habitual, reclamando de los socialistas que abjuren del sanchismo. Sí, seguro que le hacen caso (a ella y a Rivera), ahora que el puño y la rosa remonta, y las derechas se disputan a cara de perro el dudoso honor de ocupar la jefatura de la (supuestamente) leal oposición. Ya lo había dicho el propio Sánchez: «El futuro de Casado, Rivera y Abascal me importa un bledo».

Santisteve insiste

El todavía alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, no ha dicho la última palabra. Ni siquiera ante la evidencia de que gente que antes estuvo con él ahora va en candidaturas de la competencia, sea la de Podemos o la de Demos+.

Santisteve aseguró ayer que Zaragoza en Común quiere un segundo mandato para internalizar los servicios de movilidad, municipalizando el contrato del bus urbano cuya vigencia acaba precisamente en 2023. El cabeza de cartel de los comunes reiteró su apuesta por una ciudad pacificada, donde el tráfico se limite a viales predeterminados dejando libres islas o supermanzanas peatonalizadas. Y una línea 2 del tranvía (e incluso una tercera), aparcamientos regulados, electrolineras, plataformas de distribución de mercancías, vehículos compartidos... Vamos, el catálogo completo de la movilidad sostenible, gestionada, desde luego, por una o varias empresas municipales.

A su vez, desde el PP, Luis María Beamonte (en una nueva postal, esta vez con la plaza de España de Zaragoza como fondo) propuso diversos incentivos fiscales para autónomos y empresas. Sostiene que la reducción selectiva de impuestos, las subvenciones de las cuotas de la Seguridad Social y otras ayudas a los emprendedores e inversores no reducirá los ingresos, sino todo lo contrario. Ya se sabe: la doctrina habitual del economista Lacalle. Eso sí, de su controvertida licenciatura en Derecho no quiere ni hablar. Pero el caso es que la Universidad Rey Juan Carlos ha decidido investigar el tema. Por si acaso.