Con el lema Las vidas de los negros importan, este verano se ha producido en todo el mundo una gran ola de protestas para denunciar la violencia y la discriminación que aún existe contra la gente negra. Siguiendo la estela del feminista #MeToo, el movimiento #BlackLivesMatter ha sacado a la luz un problema que no es puevo pero al que la gente negra ha dicho al fin "basta", las agresiones y actitudes racistas que se dan a menudo en nuestra sociedad.

Esta revuelta contra el racismo tiene su origen en la muerte del ciudadano afroestadounidense George Floyd el pasado mes de mayo en Mineápolis a manos de la policía y que fue grabada en video por un testigo. En el video, de unos 10 minutos, se ve a Floyd agonizar en el suelo con la rodilla de uno de los agentes sobre el cuello y repetir en varias ocasiones: "I can’t breathe" (en español, "no puedo respirar"), hasta que finalmente queda inconsciente.

Lo que ocurrió después tiene mucho que ver con el altavoz que son hoy en día las redes sociales. "Todo el mundo sabe que hay un problema de racismo en la sociedad, pero cuando lo vez con tus propios ojos es mucho más real", explica Federico Abizanda, experto en inmigración e investigador sobre estos temas.

Las imágenes se hicieron virales y encendieron la mecha de las manifestaciones en Estados Unidos. El "I can’t breathe" de Floyd y el gesto de hincar la rodilla se conviertieron en un símbolo de las protestas. Hubo manifestaciones en muchos países y ciudades, incluida Zaragoza, y numerosos famosos y deportistas mostraron su solidaridad con la causa.

Según Abizanda, el movimiento #BlackLivesMatter surge realmente en el 2013 tras la muerte de un joven afroamericano a manos de un policía que fue absuelto en el juicio. "Hay una sensación de impunidad, de que si un policía mata a una persona negra no le va a pasar nada, que provoca una gran indignación", comenta el también asesor del Departamento de Participación Ciudadana del Gobierno de Aragón.

Si en el movimiento #MeToo las actrices norteamericanas denunciaban situaciones de acoso y abuso durante su carrera por el hecho de ser mujeres, el movimiento #BlackLivesMatter pone el foco en el racismo y la discriminación que sufren las personas negras y también de otras minorías, como asiáticos o latinos.

"Estados Unidos tiene una larga historia de esclavitud y segregación. Hasta el siglo pasado las personas negras no podían votar ni ir a la universidad. Estamos hablando de que esto ocurría hace 50 años", comenta el especialista.

Esto hace que exista un racismo institucional en el país, donde "hay todavía una gran discriminación", dice Abizanda, no solo por parte de la policía sino también por la de la justicia, que decide si un agente es o no culpable cuando mata a una persona negra.

Este tipo de racismo es frecuente en Estados Unidos, donde un gran porcentaje de la población es afroamericana, pero también se da en lugares como Europa. Las imágenes de inmigrantes subsaharianos atacados con pelotas de goma al intentar alcanzar las costas españolas o las muertes de manteros durante persecuciones policiales son una prueba de ello.

Además, el racismo está presente en en otros momentos de la vida cotidiana. "Cuando un inmigrante busca empleo y quiere alquilar un piso, encuentra muchas dificulades", pone como ejemplo Abizanda.

Cambio de mentalidad En estos cuatro meses de protestas, el movimiento #BlackLivesMatter ha conseguido despertar conciencias y abrir el debate sobre la discriminación hacia las personas racializadas, término de moda que no es la forma políticamente correcta de decir "negro" sino una manera de describir a las personas cuya categoría racial les hace sufrir el impacto del racismo.

Sus consecuencias se han dejado notar en muchos sectores de la sociedad, desde la industria del cine y la televisión al mundo del deporte.

En junio, la plataforma HBO retiró la película Lo que el viento se llevó de su catálogo por ser considerada racista y la recuperó unas semanas después con el aviso inicial de que "la película niega los horrores de la esclavitud".

A finales de agosto, un suceso similar a la muerte de Floyd llegó a paralizar la NBA durante un fin de semana. Los jugadores se negaron a disputar los partidos y amenzaron con no jugar en toda la temporada.

Durante las protestas de este verano también se vandalizaron y retiraron estatuas de esclavistas y colonizadores en varios países, una cuestión que ha generado polémica por considerar que forman parte de la historia. En este caso, según Abizanda, el movimiento "ha conseguido que se hable de ello y que la gente se cuestione si deben estar ahí" como sucede con los símbolos del franquismo. Y aunque el experto cree que parte del fenómeno tiene algo de "moda", no duda de que está provocando un cambio de mentalidad como ha ocurrido con el feminismo en estos últimos años.