Mercero decía que había que aprovechar la espontaneidad, conocer la niñez en su complejidad y ver qué poder contar. Antonio reivindicó la autonomía y voz del menor, en bello canto a la originalidad de esa maravillosa etapa de la vida. Comedia de misterio y aventuras, en Los Futbolísimos, Miguel Ángel Lamata coge el guante de la adaptación de la popular novela juvenil y enriquece los postulados del director de Verano azul.

Lamata es un gran coreógrafo en varios órdenes, en el verbo con estupendos diálogos, en la acción con gran virtud del ritmo narrativo, y en las emociones contagiando con empatía los sentimientos de sus protagonistas. Estrenada este fin de semana en más de 300 salas, la historia de los pequeños detectives del Soto Alto FC resulta en manos de Lamata una película elegante, ágil y locuaz. Apasiona a lo más pequeños y seduce con maestría al público adulto.

Nuestro chico, Pakete, va en bici, y nuestra chica, Helena, lleva una camiseta donde pone en grande 1977. Aun siendo el primer reflejo en la pantalla del bestseller de Roberto Santiago, Lamata reflexiona de manera serena sobre su propia adolescencia. La jugada le sale genial. Revisitar lecturas de niñez al calor de Los cinco, Los siete secretos, Alfred Hitchcock y los tres investigadores o rememorar Los Goonies, Cuenta conmigo o ET, con elegantes homenajes de banderas y bicicletas, del espíritu (en suma) al cine de toda una generación.

Historia de amistad y pandillas, de secretos y misterios, Los Futbolísimos cuenta también con diferentes love stories. Lamata posee un precioso tacto en subrayar el momento de Cupido. Ya nos lo mostró hace dos años en Nuestros amantes y ahora lo integra con ternura a lo largo de todo el metraje. Son incluso escenas poéticas y surrealistas, que respiran perfectas en ambos mundos, el de los pequeños y el de los adultos.

La alquimia también reúne sus dosis de cómic, de tebeo más bien, en gags y expresiones del mundo futbolísimo, en la línea de Zipi y Zape y bajo el look de Stranger things. El espectador disfruta viendo Los Futbolísimos, desde las escenas épicas a lo spaghetti western -como la presentación del equipo y el lanzamiento del penalti a lo Evasión o victoria-, a todo ese albedrío de humor que logra sus cotas más altas con el rotundo Joaquín Reyes. Y no me olvido de su protagonista, Pakete, que da vida Julio Bohigas, que ya merece estar nominado a los Goyas.

Cameos musicales aparte -José Manuel Tafalla o Los Gandules, mismamente-, la partitura del todopoderoso Fernando Velázquez -que en momentos recuerda a Dave Grusin y John Williams, y otras incluso a sus trabajos con Doctor Deseo- y el excelente trabajo en arte de César Macarrón hacen de Los Futbolísimos una película redonda. Lamata asumió la responsabilidad de construir una parte de los recuerdos de nuestra infancia y sale en hombros del envite. Bienvenida esta nueva saga.